Unión Europea y Mercosur: ¿Qué se está negociando?

Entre el 20 y el 24 de marzo se desarrollará en Buenos Aires un nueva ronda oficial  de negociaciones del Mercosur con la Unión Europea (UE)  “Se trata de un acuerdo de libre comercio, pero incluye diálogo político y cooperación en varias áreas, para ir hacia una asociación estratégica y regional” ha afirmado el  embajador Daniel Raimondi, subsecretario argentino de Integración Económica Americana y Mercosur de la Cancillería, uno de los encargados de las negociaciones.

Por lo pronto, aun existiendo  muchas incógnitas y peligrosas tensiones, el gobierno de Argentina en tándem con el de Brasil apuestan a dar muestras ortodoxas de su  propósito de avanzar rápidamente hacia una  mayor apertura externa del Mercosur con el visto bueno  de Paraguay y el probable de Uruguay (Venezuela no forma parte de las negociaciones). Para el gobierno argentino  brindar un impulso raudo a las negociaciones con la Unión Europea forma parte central de su estrategia externa, como  expresó y reiteró en varios oportunidades el Presidente Macri   días atrás en su visita a España.

Es  necesario reconocer que la negociación Mercosur-UE tiene una enorme importancia estratégica. Se trata de vínculos de sociedades y economías  con enormes potencialidades de  cooperación y complementación. No hay duda que mejorar y ampliar  las relaciones entre las  dos regiones  debe ser un objetivo prioritario .

La trascendencia de las negociaciones en marcha requeriría  por lo pronto  que éstas fueran conocidas en forma amplia  y puestas en debate público, pero  no es así. . Resulta muy paradójico (¿ o cínico?) que en forma recurrente  se reitera “el compromiso absoluto  con la transparencia” y, quienes   como “comprensible”  pero  que este tema tan trascendente se lleve en forma tan reservada. “Las negociaciones tienen muchos aspectos técnicos a resolver, pero todo se resuelve en la medida que haya voluntad política”, opinó Raimondi.

De todas formas,  el propósito de resolver una negociación por “voluntad política ” supone siempre peligro de aceptar una negociación  como hecho consumado, para luego recién ser puesta a consideración pública y parlamentaria ex-post. Aun si se  denominara un  acuerdo con Europa con  eufemismos tales como  “de cooperación económica”,u otra figura elegante al estar la denominación de “tratado de libre comercio ” ya muy cuestionada en el mundo , sus condiciones y exigencias serían similares  y conllevaría mayores   desequilibrios . Ello  lo han puesto en evidencia numerosas evaluaciones  serias y documentadas de los  acuerdos concretados por la UE con otros países latinoamericanos  (Centroamérica, Chile, Colombia,  Ecuador, México, Perú).

¿Abrirse a cambio de qué?

En forma engañosa suele afirmarse que las negociaciones Mercosur- UE_ en marcha son sobre todo  de tipo comercial. No es así, la mayor parte de los temas en discusión son de carácter estructural y comprometen el conjunto de la economía en ámbitos  críticos tales como servicios, patentes, propiedad intelectual, compras públicas, inversiones y competencia.

La eventual provisión de ”igualdad en el tratamiento nacional”. a los países de la UE , aun si se incluyeran algunas salvaguardas de excepción marginales , impediría defender y priorizar la diversificación de matrices productivas que hoy resulta imprescindible encarar ante los cambios de economía mundial.Se repetiría, la grave crisis que sufre hoy la misma  Europa  como consecuencia del ahondamiento de las asimetrías entre los países del norte  respecto a los de sur y del este.

Es necesario destacar que los  aspectos comerciales son sólo uno de los capítulos, y tal vez no el más importante, de las negociaciones en marcha.  Aun sin contar  con información  detallada imprescindible,  pero sí el  antecedente de  acuerdos similares negociados por la UE recientemente,  es posible anticipar sí que un acuerdo tendría como punto de partida  una masiva  eliminación reciproca inmediata de  aranceles al comercio exterior,

En todo caso, es  previsible que   la UE  seguirá sosteniendo las  subvenciones y  las protección de su sector agrícola, condición que intentan imponer  en la negociación y que justifican  por la existencia  las presiones internas proteccionistas en sus propios países. Sus  negociadores seguirán sosteniendo que los temas agrícolas deben ser tratados en OMC, aunque todos  saben que la Ronda Doha está paralizada desde hace años.

Podrán hacer promesas ambiguas  para “salvar la cara” a los gobiernos del Mercosur dispuestos a firmar como sea, pero no brindando concesiones significativas para una mayor  apertura de sus mercados a los productos agropecuarios competitivos mercosureños. Se privaría así a los países del Mercosur  el poder  alcanzar el que sería el  beneficio comercial esperado más importante a cambio de una apertura inédita masiva de los mercados locales a una competencia abierta de una economía más desarrollada; sobre todo evidente para la mayor parte de los  productos industriales y servicios.

¿Dónde están los análisis costo-beneficio?

De forma de poder  decidir qué tipo de entendimiento con Europa   resulta imprescindible no dejarse  llevar por enunciaciones superficiales y  se convoque inmediatamente  al  análisis serio tanto general, como regionales y sectoriales,  que  incluya la evaluación de  los  efectos  estructurales de corto y largo plazo y posibles alternativas realistas  a un acuerdo liberalizador descompensado.

En lo inmediato, es preciso contraponer ultimatismos ( por ejemplo,  afirmar que se debe negociar ahora o nunca), posibles maniobras  (eventuales amenazas de proponer negociaciones “multiparte” en forma independiente, tal como lo hizo con la Comunidad Andina, para romper la unidad de Mercosur )  o la lisa y llana  distorsión de la realidad cuando se hace referencia a la segura expectativa de la llegada de enormes inversiones productivas que generarían muchísimas fuentes de trabajo (¿lluvia de euros?)

Existen antecedentes internacionales de   opciones  más equilibradas para la negociación con la Unión Europea y otros países y regiones más industrializados para superar asimetrías que debieran ser tenidos en cuenta. No debe dejarse una negociación crucial con la Unión Europa solo en  manos de un grupo pequeño de “especialistas” y la presión de grupos de interés o medios de comunicación superficiales o  sectorizados por posiciones ideológicas o  intereses económicos particulares, como se ha repetido a lo largo de años.

Jorge Marchini

Jorge Marchini: Profesor de Economía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Vice Presidente de la Fundaciòn para la Integración Latinoamericana (FILA), Investigador del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).


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