Nuevo dossier sobre la (im)precisión de los bombardeos estadounidenses y el (menos)precio por una vida afgana

La matriz de la muerte

              A todas las víctimas de las brutalidades perpetradas por la Alianza del Norte, los talibanes y las tropas extranjeras que supuestamente iban a combatir el terror y restablecer la paz. Especialmente para Anisa [*], una niña de doce años, que vive en la provincia de Sarpul, al norte de Afganistán, raptada y violada por cinco pistoleros, una víctima más olvidada por la justicia. Rebelion.org.


Bombardero Lancer B1-B de la Fuerza Aérea de EEUU tras repostar sobre Afganistán (http://www.af.mil/photos/index.asp?galleryID=13)

Ésta es la verdadera cara de la guerra aérea de EEUU en Afganistán: niños abrasados por las bombas estadounidenses en la sala de urgencias del hospital de Lashkargah, octubre de 2006, por Maso Notarianni en: http://www.rawa.org/temp/runews/rawanews.php?id=18).

Mi primer dossier sobre las víctimas civiles de los bombardeos aéreos estadounidenses se publicó el 10 de diciembre de 2001:

http://www.cursor.org/stories/civilian_deaths.htm

Photo Gallery of US victims in Afghanistan

The Afghan Victim Memorial Project by Prof. Marc

Las bombas de EEUU y la OTAN matan diez veces más de civiles afganos, con una tonelada de nuestras bombas de «precisión», que el número de civiles serbios que matamos en 1999. Más del 80% de las bajas civiles afganas causadas actualmente por EEUU y la OTAN son producto de los ataques de apoyo aéreo cercano (CAS). Ellos (los afganos) valen únicamente la décima parte de una nutria marina de Alaska y menos que cuarenta camellos. Para conseguir nuestros objetivos geoestratégicos, destinamos diez dólares al ejército desplegado en Afganistán, pero menos de un dólar para la reconstrucción de la devastada vida cotidiana de los afganos tras treinta años de guerra.

Resumen

El objetivo central de este informe es documentar cuidadosamente el ínfimo valor que el ejército estadounidense y las elites políticas (junto a sus muchos cómplices en los medios corporativos) conceden a las vidas de los afganos de a pie. Los apartados más importantes se centrarán en los siguientes aspectos:

  1. Denunciar tres subterfugios utilizados habitualmente para racionalizar el asesinato de civiles afganos.

  2. Señalar que el número de civiles afganos asesinados desde el 1 de enero de 2006, como consecuencia de la acción directa de las fuerzas de EEUU y la OTAN, ya supera el de los que perecieron durante los bombardeos de los tres primeros meses (2001) de la guerra afgana de Estados Unidos. La cifra real total de víctimas es muy superior a la de los muertos en las acciones directas de EEUU y la OTAN, e incluye a todos los que murieron posteriormente como consecuencia de las heridas, a los desplazados del interior que murieron en los campos de refugiados, etc.

  3. Documentar que los bombardeos de apoyo aéreo cercano (CAS) son más mortíferos para los civiles afganos que los bombardeos estratégicos que se efectuaron en Laos y Camboya.

  4. Revelar que los ataques aéreos CAS han provocado el 80% de las muertes de civiles afganos que han perecido a manos de EEUU y la OTAN.

  5. Subrayar que al confiar en los CAS, las fuerzas de EEUU y la OTAN ahorran pilotos y tropas de tierra, pero de esta forma matan a montones de civiles afganos inocentes. Los ataques aéreos son entre cuatro y diez veces más mortíferos para los civiles afganos que los ataques terrestres.

  6. Revelar que Human Rights Watch «contabiliza», en el mejor de los casos, sólo el 50% de los civiles afganos asesinados por las acciones de EEUU y la OTAN, mientras que las cifras que utiliza Associated Press rondan un escaso 33%; además, ninguna de las dos instituciones presenta datos verificables, con lo que vulneran un principio básico de las ciencias sociales.

  7. Presentar un análisis único sobre las indemnizaciones pagadas por EEUU en ocho países. EEUU gastó diez veces más en salvar a una nutria marina de Alaska tras el vertido de petróleo de Exxon Valdez que en los «pagos de condolencia» a las familias afganas por los suyos asesinados por las fuerzas ocupantes estadounidenses.

Estos siete puntos forman parte de un todo interrelacionado –el desprecio de las vidas afganas-, que se apoya en muchos otros indicadores, por ejemplo, oficialmente, sólo se dedica un dólar para la «reconstrucción» por cada diez dólares gastados en la consecución de los objetivos geopolíticos estadounidenses.

El Senador Obama ha tomado una postura política bien definida al proclamar que el aumento, por lo menos de un tercio, de los efectivos de tropas estadounidenses en Afganistán, permitirá que las fuerzas de EEUU y la OTAN emprendan intensas persecuciones por zonas tribales pakistaníes y aumenten los bombardeos y los ataques de las Fuerzas de Operaciones Especiales de EEUU en el interior de Pakistán. Como si se tratase del César, Obama proclama que la guerra de Afganistán es una «guerra contra el terror» que debemos y podemos ganar. Parece que ignora totalmente que el nacionalismo pastún (talibanes) y la yihad de Al Qaeda son dos cosas muy diferentes [1]. En efecto, Obama propone proseguir e incrementar las políticas belicistas de la administración Bush, si es que logra reducir la cifra de fuerzas ocupantes estadounidenses en Iraq. He sostenido que esas acciones están condenadas a fracasar por sus propios términos, que servirán para consolidar una alianza letal entre los talibanes y los islamistas radicales y desestabilizarán todavía más un Pakistán con capacidad nuclear [2]. ¿Y a quién fue a visitar Barack Obama en su primer día en Afganistán en julio de 2008? Pues, ni más ni menos, que a Gul Agha Sherzai, el favorito del general de George Bush Dan «bombardero» McNeill, ex gobernador y señor de la guerra de Kandahar, tristemente célebre por su crueldad y su implicación en narcotráfico, corrupción y pederastia [3]. Al día siguiente, pasó su tiempo con el ejército de ocupación estadounidense y con el «alcalde de Kabul» [como llaman irónicamente los afganos al presidente Karzai], quien se encontraba en su fortaleza de la ciudad (y no de luto llorando en alguna parte o de viaje al extranjero para recaudar pasta a costa del erario público). Obama es incapaz de admitir que los recientes bombardeos aéreos de EEUU y la OTAN han resultado inmensamente letales para los civiles afganos, lo cual, unido al valor insignificante que se atribuye a una vida afgana, demuestra que los políticos y el ejército estadounidenses no sienten ningún interés, más allá de la geopolítica, por Afganistán [4]. Poco importa que, incluso en Kabul, los extranjeros declaren que «viven en un infierno». La veterana periodista Kathy Gannon señala que los afganos están hartos de EEUU y de Karzai. Las prioridades de Estados Unidos se reflejan en la proporción de diez a uno de las cifras dedicadas a los gastos militares y a la ayuda para la reconstrucción desde 2002. En el informe presentado por el Senlis Council, se contrastan las cifras de los gastos militares frente a los gastos para el desarrollo en Afganistán durante 2002-2006 (Imagen 1). Otra fuente, un informe presentado por ACBAR, una agrupación de agencias internacionales de ayuda que trabajan en Afganistán, se hace eco de lo siguiente:

    Mientras que el ejército estadounidense gasta actualmente 100 millones de dólares al día en Afganistán, la ayuda que desde el año 2001 están dedicando todos los donantes a Afganistán representa una media inferior a la décima parte de la cantidad anterior, es decir, únicamente 7 millones de dólares al día [5].

Imagen 1 Gasto militar frente a la ayuda al desarrollo (Fuente: http://www.senliscouncil.net/modules/publications/Afghanistan_Five_Years_Later/chapter_05 )

Es decir, lo que sucede actualmente en Afganistán sobre el terreno, en relación con los aspectos económicos y sociales implica, en el mejor de los casos, una simple preocupación marginal; además, hay muchas voces que denuncian la ineficacia de la ayuda [6]. Y señalo aquí que tan escasa preocupación por mejorar la vida cotidiana de los afganos de a pie va unida a una cruel indiferencia por lo que pueda sucederles a los civiles afganos durante las operaciones militares (especialmente en los ataques de apoyo aéreo cercano) y a una serie de indemnizaciones irrisorias (en el caso de que se les ocurra ofrecer algo) por los afganos inocentes asesinados en las actuaciones estadounidenses o de la OTAN.

Subterfugios utilizados por EEUU y la OTAN para justificar los asesinatos de civiles afganos inocentes

    Cuando unimos las diferentes piezas del rompecabezas de los medios de comunicación, aparecen unas pautas claras. Las víctimas occidentales se presentan como algo real, gente importante con nombres, familias, esperanzas y sueños. Las víctimas iraquíes y afganas de la violencia estadounidense y británica son anónimas, no tienen nombre. Se les describe como si fueran figuras distantes, borrosas, sin personalidad, sentimientos, ni familia. El resultado es que a los occidentales se les humaniza sistemáticamente, mientras que a los no occidentales se les retrata como versiones menores de la humanidad (de «Militants and Mistakes», Media Lens, 22 de julio de 2008). Mientras que los afganos asesinados por las fuerzas de EEUU y la OTAN son completamente invisibles como seres humanos en los medios de comunicación dominantes estadounidenses, llaman la atención los esfuerzos que hacen esos mismos medios para dotar de humanidad a las tropas que mueren en Afganistán, como vemos por ejemplo en el Washington Post: http://projects.washingtonpost.com/fallen/

Uno de los principales objetivos de este informe es proporcionar cifras reales de los civiles afganos asesinados por las acciones de EEUU y la OTAN desde el año 2006, para desmentir las declaraciones habituales de que es imposible conseguir esas cifras. A menudo escuchamos expresiones como la «niebla de la guerra», la «guerra es un infierno» o «no nos dedicamos a contar cadáveres». Mis cifras son estimaciones claramente inferiores a la realidad por las razones que expongo aquí (todo un universo incompleto de las muertes registradas, la tendencia del Pentágono y su cliente afgano a etiquetar como combatientes a los civiles, los heridos que mueren después a causa de las heridas, la censura por omisión, etc.). No contar, no elaborar estimaciones está en manos de quienes promocionan la guerra estadounidense en Afganistán como una guerra «limpia», como una guerra de «precisión» y cosas por el estilo. Esto último es lo que suelen repetir rutinariamente los apologistas de los bombardeos aéreos: «Una especie de concepción inmaculada de la guerra», como describió el profesor de Estrategia, Coronel MacKubin Owens (marine estadounidense retirado), en el Colegio Naval de Guerra de EEUU (Newport, R.I.), en noviembre de 2001, la campaña del ejército estadounidense en Afganistán.

El reconocimiento y recuento de muertos civiles en las guerras modernas siempre es un asunto tremendamente politizado. Basta con recordar que costó cerca de sesenta años que se empezara a escribir abiertamente sobre la carnicería civil que los bombardeos aliados (1940-1945) causaron en Alemania [7]. Se necesitaron alrededor de cincuenta años para que los medios dominantes de EEUU recogieran las matanzas de civiles coreanos inocentes perpetradas por los aviones de combate estadounidenses en la guerra de Corea [8]. Más recientemente, se ha desatado un enconado debate sobre la magnitud de los muertos civiles iraquíes desde la invasión de EEUU en marzo de 2003, que, por ejemplo, ha enfrentado a Iraq Body Count con los seguidores de las estimaciones recogidas en los estudios llevados a cabo por Lancet (por ejemplo, en la página de Internet de Media Lens) [9].

Paul Rogers, liberal británico experto en estudios sobre la paz, escribió en un reciente artículo sobre Afganistán:

    … los impulsos de simpatía hacia esas fuerzas radicales (milicias talibanes, fuerzas de Al Qaeda) están promovidos por los detallados informes de Al Yazira y otros medios acerca de las numerosas víctimas civiles de los ataques aéreos occidentales y otras calamidades en Afganistán. Eso asegura que los musulmanes, por todo el resto del mundo, se estén concienciando de lo que ocurre en Afganistán de la misma forma que se concienciaron con respecto a Iraq a partir del año 2003 [10].

Cualquier lector, en el mundo posterior al 11-S, podría llegar a la conclusión de que si informar acerca de «las numerosas víctimas civiles de los ataques aéreos occidentales» fomenta la resistencia musulmana, el siguiente paso es ignorar, desacreditar o silenciar esos informes detallados (que es precisamente lo que el gobierno estadounidense ha estado haciendo). Por desgracia, hemos empezado a vivir en una cultura post 11-S donde resulta aceptable silenciar al mensajero. Uno recuerda el bombardeo estadounidense contra la oficina de Al Yazira en Kabul el 12 de noviembre de 2001. Para el Pentágono y sus muchos patrocinadores en los medios, hay muertos buenos (civiles asesinados por «nuestro enemigo») y muertos malos (civiles asesinados por «nuestros» militares), éstos últimos se denominan en los medios dominantes occidentales daños colaterales accidentales y (civiles afganos transformados por un clic sobre un teclado) «militantes» o «insurgentes». Durante el conflicto yugoslavo, Human Rights Watch se dedicó a destacar las cifras de civiles asesinados por los serbios mientras descuidaba las cifras de víctimas civiles asesinadas por quienes no eran serbios [11]. Actualmente, en Afganistán, los medios dominantes estadounidenses, encabezados por Associated Press, describen con todo detalle las víctimas civiles de los ataques suicidas «talibanes», a menudo incluso presentando fotografías, mientras se muestran mucho más circunspectos en cuanto a las víctimas de los ataques aéreos de EEUU y la OTAN y nunca publican fotos [12]. El recuento de los muertos civiles sigue siendo una operación sumamente politizada.

Los ejércitos de EEUU y la OTAN, los complacientes medios de comunicación corporativos y organizaciones como Human Rights Watch utilizan dos subterfugios principales para disculpar los asesinatos y las heridas causadas a civiles afganos inocentes. El primero consiste en manifestar enojo, con pretensiones de superioridad moral sobre «ellos», que matan civiles deliberadamente, ya que «nosotros» nunca escogemos intencionadamente como objetivo a los civiles. El segundo es afirmar que los viles talibanes y sus cómplices musulmanes o árabes utilizan civiles como escudos humanos.

Un tercer subterfugio, examinado en otros sitios [13], consiste sencillamente en suprimir cualquier posible informe escrito y especialmente las fotos de las víctimas de las acciones militares de EEUU y la OTAN (muertos «malos») en Afganistán, al mismo tiempo que difunden historias y fotos de civiles afganos asesinados por artefactos explosivos improvisados o ataques suicidas (muertos «buenos»). Prácticamente no existen fotos de los civiles muertos por las bombas de EEUU y la OTAN [14]. Podríamos denominar esta situación como censura por omisión [15]. La cobertura fotográfica de las imágenes de la «guerra contra el terrorismo» en Afganistán, frecuentemente apoya la narrativa gubernamental estadounidense y su versión de los hechos [16]. La política de empotrar periodistas con las fuerzas ocupantes estadounidenses o de la OTAN es un intento evidente de eliminar la información independiente, intento que, desgraciadamente, consigue su objetivo con demasiada frecuencia.

Imagen 2. Una mujer afgana sostiene el retrato de sus familiares asesinados en un ataque aéreo estadounidense perpetrado el 22 de agosto de 2008. Durante semanas, EEUU negó que habían matado a civiles (fotografía de Mohammad Shoaib, de Reuters)

El 20 de julio de 2008, defensores de los derechos humanos denunciaron que las prisiones del ejército estadounidense no eran más que «agujeros negros legales» y que se utilizaba la fuerza para «callar a la gente» sobre esas actividades en Iraq y Afganistán. «Muchas de las personas detenidas en Afganistán e Iraq son periodistas locales que cubrían el conflicto en su propio país», dijo otra destacada defensora de los derechos humanos, Barbara J. Olshansky:

    «Cuando Estados Unidos detiene a periodistas, fotógrafos u operadores de cámara y los retiene sin cargos durante períodos prolongados, sin juicio y sin ninguna prueba, sabemos que parte del objetivo es sólo amordazar a la gente» [17].

Los medios dominantes corporativos de EEUU, dirigidos por Fox News, en gran medida han intentado presentar la invasión de Afganistán como una simple guerra del bien contra el mal [18], censurando todos los textos o imágenes que podrían plantear interrogantes. Fox News ha ido mucho más allá de la llamada del deber a la hora de cacarear las interpretaciones del ejército estadounidense [19], pero hay otros que han hecho lo mismo en los medios corporativos estadounidenses, por ejemplo Laura King de Associated Press, que se ha destacado sobremanera por sus recuentos a la baja de los muertos civiles afganos [20].

Sin embargo, hace muy poco que se introdujo un nuevo giro en el tratamiento de las noticias por parte del Pentágono y la OTAN. Desde agosto de 2008, el ejército del aire de EEUU ya no publica información diaria sobre sus misiones en Afganistán. Por parte británica se está financiando un aumento de fondos destinados a un equipo de manipuladores de la información/vendedores de humo, para que elaboren y presenten en los medios informes favorables a EEUU y la OTAN [21].

La intencionalidad del argumento viene formulada a menudo en el lenguaje de los daños colaterales justificables, lamentables pero necesarios. Desde el momento en que la matanza es colateral, ya no puede haber intencionalidad en el suceso. El problema central es la naturaleza criminal de la guerra ofensiva emprendida al principio por EEUU y Gran Bretaña contra un país soberano tras el 11-S. El grupo colectivo de «afganos y afganas» se convirtió «de facto» en objetivo durante siete años mientras se arrasaban sus vidas y se convertía su país en un erial; cualquiera que se oponga a la ocupación de EEUU y la OTAN es, por definición, un «enemigo» y por lo tanto está justificado que se le ejecute colateralmente. Como muchos otros ya han señalado: «Posiblemente no podamos juzgar la moralidad de los daños colaterales mientras estemos dejando de lado la cuestión de la guerra misma… es la inmoralidad y la ilegalidad de una guerra lo que convierte los daños colaterales en un crimen» [22].

Las consideraciones de un coste mucho menor del real (en términos de bajas de soldados estadounidenses y de dólares), se han traducido directamente en miles de bajas civiles afganas. ¿Cómo? Durante las fases iniciales de la campaña de bombardeos estadounidenses, pero también ahora, los aviones de combate arrojaron bombas potentísimas en zonas densamente pobladas sin la menor preocupación por los civiles afganos. En efecto, estoy volviendo a la idea de Michael Walter del «debido cuidado», [23] pero al revés: esto es, lejos de reconocer una responsabilidad positiva para proteger a los afganos inocentes de las miserias de la guerra, los estrategas del ejército estadounidense eligieron imponer altos grados de daño sobre los civiles afganos inocentes para reducir los peligros actuales y los posibles peligros futuros que puedan tener que enfrentar las fuerzas estadounidenses. Como escribí a finales del año 2001: 

    La necesidad absoluta de evitar bajas militares estadounidenses obliga a lanzarse a surcar los cielos, aumentando las probabilidades de matar civiles:

    «… es mejor mantener las distancias y disparar desde lejos. Teniendo en cuenta esta decisión implícita, la masacre de gente inocente, considerada como una eventualidad estadística, resulta que no es un accidente, sino una prioridad, en la cual las víctimas civiles afganas sustituyen a las bajas militares estadounidenses» [24].

    Pero creo que el argumento va mucho más allá y que la cuestión de la raza también entra en esos cálculos. Los civiles afganos sacrificados no son «blancos» mientras que la gran mayoría de los pilotos y la elite de las tropas de tierra estadounidenses sí lo son. Esta «realidad» sirve para amplificar la relación positiva beneficio-coste al estar sacrificando hoy a los oscuros afganos [o indochinos, panameños e iraquíes] para un probable beneficio de las vidas de los ciudadanos-soldados estadounidenses del mañana. Lo que estoy diciendo es que cuando el «otro» no es blanco, el grado de violencia que utiliza el gobierno estadounidense para conseguir sus objetivos, con el mínimo coste, no conoce límites. Un caso contrario podría plantearse con Serbia, que también fue sometida a bombardeos masivos en 1999. Pero los serbios estaban en el punto de mira de los políticos y de los medios corporativos estadounidenses, ya que estaban teñidos [oscurecidos] por su anterior experiencia «comunista». No hay ningún ejemplo [excepto durante la II Guerra Mundial] de que un estado de raza caucasiana se convirtiera en un objetivo de guerra del gobierno estadounidense [25]. El ejemplo más próximo podría ser el de la guerra emprendida por Gran Bretaña contra Irlanda del Norte y allí, las tropas británicas emplearon la violencia dirigida contra su enemigo de raza caucasiana. Cuando el «otro» es un extranjero no blanco, la violencia de estado se incrementa notablemente.

En la actualidad, los bombardeos aéreos sobre Afganistán están muy relacionados con el apoyo aéreo cercano solicitado por las fuerzas de tierra como medio para derrotar al enemigo sin tener que combatir sobre el terreno y, probablemente, sufrir bajas. Tanto los bombardeos intensos como los ataques sobre el terreno a media noche sirvieron para trasladar todo el peso de las víctimas sobre los civiles afganos. La doctrina que propugna que la «guerra es un infierno» intenta transferir al enemigo cualquier responsabilidad por la crueldad de la guerra [27]. Los gestores de la guerra de EEUU y la OTAN y sus cómplices en los medios corporativos y en el sector de la defensa no hacen más que sacar a relucir el viejo y agotado argumento de la «intencionalidad». Como señalaba Edward Herman:

    … los gestores de la guerra proclaman que esos muertos y heridos no son deliberados, sino únicamente «daños colaterales» de otro objetivo, y los medios dominantes, las ONG, los nuevos humanitarios y otros, los consideran un mal menor en situaciones donde los civiles son abiertamente el objetivo. Pero este trato diferencial no es más que un fraude, incluso aunque aceptemos esas proclamas tan discutibles de descuido (algo que hasta los oficiales reconocen en ocasiones que es falso, como se detalla más adelante). Incluso aunque no sean objetivos explícitos, si existe una probabilidad muy alta de que se produzcan muertes civiles colaterales y son estadísticamente predecibles, ya se ha aceptado, clara e intencionalmente, que habrá muertos. Si en 500 ataques contra pueblos afganos que supuestamente albergan tropas de Al Qaeda, es probable que en 450 de ellos mueran civiles, esas muertes son un componente integral del plan y una clara responsabilidad de los planificadores y ejecutores. Como ha manifestado el profesor de derecho Michael Tonry: «En el derecho criminal, el propósito y el conocimiento son estados mentales igualmente culpables» [28].

Lo que hay que dejar muy claro es que las víctimas civiles afganas no son productos de accidentes o errores. Son consecuencia de cálculos cuidadosos de comandantes y juristas militares estadounidenses que se decantan por los beneficios de un ataque aéreo contra los costes de pérdidas de vidas civiles inocentes. Se trata de muertes calculadas y previstas [29].

Los bombardeos aéreos, con la excusa de liberar a los afganos, van a proseguir con muy poca consideración hacia los civiles, invisibles para las elites político-militares occidentales en el espacio vacío que para ellas es el «cielo cada vez más ocupado de Afganistán» [30]. Los complacientes medios de comunicación dominantes perpetúan el mito al ejercer de taquígrafos de la realidad virtual del Pentágono. Patrick Coburn, de The Independent, acertó de lleno cuando escribió:

    La reacción habitual del Pentágono tras las matanzas de numerosos civiles en Afganistán, Iraq, y ahora en Pakistán, ha sido siempre, en primer lugar, negar los hechos. La negativa se basa en el viejo principio de las relaciones públicas de que «primero dices que no hay noticias porque no ha sucedido nada. Cuando algún tiempo después se demuestra que sí ocurrió, te limitas a bostezar y a decir que ya son noticias del pasado» [31].

Cuando, a pesar de los esfuerzos de EEUU y la OTAN para controlar las noticias, por fin consiguen filtrarse detalles sobre las muertes de civiles afganos, un teniente coronel en la base aérea de Bagram ofrece sus «sinceras condolencias» o promete llevar a cabo una investigación y al día siguiente ya se ha olvidado todo. Al fin y al cabo, «nosotros» sólo hemos matado afganos. Son muertos malos, no muertos buenos, como las bajas de «nuestro» bando.

Desde que empezó la campaña estadounidense de bombardeos en Afganistán en octubre de 2001, ha circulado un mito repetido sin cesar por EEUU, el ejército ocupante estadounidense, los medios de comunicación corporativos, el Pentágono, los expertos intelectuales de la defensa, Human Right Watch, la izquierda patriótica, los intervencionistas humanitarios e incluso algunos en las Naciones Unidas: los insurgentes afganos se esconden entre los civiles, a quienes utilizan como escudos humanos. Para empezar, esa afirmación no se ha documentado nunca de forma empírica, sino que se afirma como una verdad manifiesta. En segundo lugar, implica que un combatiente talibán o insurgente que resista a la invasión de EEUU y la OTAN debería permanecer solo en la cresta de una montaña, con su AK-47 apuntando al cielo e implicándose en un acto «justo» de guerra contra un helicóptero Apache o un avión Warthog A-10 para ver quién gana. ¿Los combatientes de la resistencia deberían permanecer en campo abierto o sobre un risco montañoso? En tercer lugar, lo que se omite convenientemente es que los insurgentes suelen residir en la zona, que tienen amigos y familias en esas comunidades y que esa base de apoyo local es precisamente lo que confiere su clásica ventaja a la insurgencia guerrillera (junto con el conocimiento del terreno) [33]. Esas conexiones locales significan que los insurgentes se irán (al contrario de las fuerzas ocupantes de EEUU y la OTAN) a grandes distancias para no poner en peligro a su gente. Los proveedores del argumento de la «execrable táctica de los talibanes de utilizar civiles como escudos humanos» [34] o bien desconocen totalmente la estrategia clásica de la guerrilla o, lo que es más probable, tratan de manipular la ignorancia general de la gente sobre el particular. Utilizando el lenguaje de la guerra de guerrillas, ¿puede un «pez» nadar fuera del «mar»? Me viene a la memoria la campaña del ejército estadounidense en Vietnam para vaciar el mar creando aldeas estratégicas (o lo que es lo mismo, campos de concentración), para tratar de cortar el acceso de la resistencia vietnamita a sus simpatizantes en las poblaciones.

En lugar del cuento de que «se esconden entre los civiles», lo que ocurre es que son los civiles quienes representan una proporción muy alta entre los militantes o insurgentes que resultan asesinados por los bombardeos de EEUU y la OTAN, como he documentado innumerables veces en el Proyecto del Memorial por las Víctimas Afganas. El más reciente y atroz ejemplo de esto es la matanza de unos 90 civiles afganos en Azizabad, en la que, durante semanas, el ejército estadounidense afirmó que habían muerto 30 talibanes y ningún civil. Es decir, que los civiles asesinados por las acciones de EEUU y la OTAN se camuflan con los términos de «militantes eliminados», lo que sugiere que mi recuento global de civiles asesinados es una estimación muy a la baja. Además, no hay duda de que existen muchos casos de civiles asesinados por las acciones de EEUU y la OTAN de los que no se ha informado (censura por omisión). Pero no importa, como subraya Robert Higgs, se trata de:

    … la indiferencia absoluta con la que el público estadounidense acoge los informes sobre las muertes causadas por los bombarderos teledirigidos. No exagero al decir que la reacción general es de aburrimiento. Bien, el estadounidense medio se congratula de la desaparición de otro chico malo. El asesinato gratuito de los familiares del chico malo, los vecinos y otras personas inocentes de la vecindad parece que no envía ninguna señal a la pantalla del radar moral del estadounidense medio. ¿Quizá los estadounidenses no consideran a los yemeníes, afganos y pakistaníes como verdaderos seres humanos cuyo derecho a la vida tenemos la obligación de respetar? [35]

La magnitud de las víctimas civiles en Afganistán

    «Quienes no son capaces de aprender de la historia están condenados a repetirla» Jorge Santayana (1905)

Los medios dominantes estadounidenses y británicos son especialmente culpables de censura por omisión, al no informar de los «muertos malos» asesinados por las acciones de EEUU y la OTAN [36]. Un hecho del que se ha informado poco es que el número de civiles afganos [37] asesinados por las fuerzas de EEUU y la OTAN desde 2005 supera el de los registrados durante los tres meses de intensos bombardeos estadounidenses entre el 7 de octubre y el 10 de diciembre de 2001. El cuadro siguiente recoge las cifras. Esas cifras subestiman el número real de víctimas porque no se incluyen los miles que murieron después como consecuencia de las heridas causadas por los ataques de EEUU y la OTAN, los que murieron en incidentes de los que no se dijo ni palabra, los que murieron por falta de recursos vitales en los campamentos de refugiados [38], etc.

Muertos desde el 7 de octubre al 10 de diciembre de 2001

2.256 – 2.949

2005
408 – 478

2006
653 – 769

2007
1.010 – 1.297

Del 1 de enero al 31 de agosto de 2008
573 – 674

Del 1 al 19 de septiembre de 2008
55

Subtotal 2005 – 2008
2.699 – 3.273

La naturaleza de la guerra aérea en Afganistán cambió sustancialmente entre 2001 y 2006-2008. Durante los tres últimos meses de 2001, los bombardeos estadounidenses formaban parte de una campaña militar tradicional en la que dos ejércitos se enfrentan entre sí. De esa forma, los bombardeos implicaron el lanzamiento de inmensas cantidades de material bélico; en cambio, entre 2006 y 2008, los bombardeos de EEUU y la OTAN fueron de apoyo aéreo cercano (CAS) contra la fluida resistencia de una guerrilla descentralizada. Durante la campaña anterior se arrojaron 14.000 toneladas de bombas, es decir, casi doce veces más que las toneladas lanzadas durante los dos años y medio de guerra (de 2006 a mediados de 2008). Por supuesto, la matanza de civiles inocentes causada por los bombardeos estadounidenses tiene una larga historia que se extiende por todo el siglo XX. Por ejemplo, después de 58 años, los documentos desclasificados recientemente nos relatan la historia de que en septiembre de 1950 se arrojaron sobre la pequeña isla de Wolmi, en Corea del Sur, 93 botes de napalm que carbonizaron a sus más de cien habitantes [39].

Las estimaciones o recuentos de las muertes de civiles causadas por los bombardeos estadounidenses durante 2001 y hasta mediados de 2002 revelan cifras similares. El recuento de Herold (2002) se basa en los informes de los medios y ONG, así como en otros materiales escritos y en la estimación de universo de Benini & Moulton, que empleando análisis estadísticos informan de 3.600-3.900 civiles afganos muertos. El estudio de Benini & Moulton calcula las muertes civiles causadas por bombardeos, minas terrestres, artefactos explosivos que no llegaron a estallar y fuerzas terrestres no occidentales, por lo tanto esas cifras deberían exceder significativamente de un recuento centrado en las muertes causadas directamente por los bombardeos aéreos estadounidenses o ataques terrestres [40]. El estudio de Benini & Moulton, basado en una investigación realizada en 600 comunidades, se extendió desde el 12 de septiembre de 2001 a junio de 2002, mientras que Herold cubre desde el 7 de octubre de 2001 al 31 de julio de 2002. Los equipos de campo visitaron todas y cada una de las 600 comunidades directamente afectadas por los combates (tanto por ataques aéreos como por combates terrestres). Benini & Moulton calculan que 3.994 civiles murieron a causa de los bombardeos aéreos y de artillería, disparos y otros actos violentos [41]. Es decir, el recuento de Herold de 3.620 civiles asesinados por los ataques aéreos y terrestres estadounidenses se acerca mucho a la estimación, basada en la población, de Benini & Moulton.

Aunque ya se han calculado las cifras de víctimas civiles consecuencia de los intensos bombardeos de 2001, sigue siendo un ejercicio mucho más difícil estimar la magnitud de los civiles que han perecido por los bombardeos CAS en los últimos años. Hay dos problemas principales: a diferencia del período anterior, los civiles han muerto como consecuencia de los ataques terrestres y aéreos estadounidenses y de la OTAN (especialmente de los proyectiles AC-130, los helicópteros de ataque Apache, los aviones teledirigidos Predator y los cazas de apoyo aéreo cercano A-10) y en segundo lugar, ni EEUU ni la OTAN han facilitado datos, haciendo que sea imposible reconstruir, incidente tras incidente, las consecuencias de los bombardeos frente a las de los ataques terrestres. Sin embargo, se pueden derivar cifras que representan distintos grados de magnitud en supuestos diferentes (Tabla 4). En la actualidad, EEUU interviene en el 90% de todos los ataques aéreos registrados en Afganistán.

Esa reconstrucción revela que los bombardeos estadounidenses de apoyo aéreo cercano han resultado ser un factor mucho más mortífero para los civiles afganos inocentes que la anterior y más intensa campaña tradicional de bombardeos de 2001. La tabla 1 siguiente presenta un resumen único de los bombardeos aéreos (pero no de los ataques terrestres) en Afganistán durante 2006 y hasta mediados de 2008, utilizando la base de datos del Memorial de Víctimas Afganas [42]. Sabemos que los bombardeos de apoyo aéreo cercano durante 2007 y 2008 han ido aumentando en importancia, lo que implica que la proporción de civiles asesinados por los bombardeos haya ido, probablemente, también aumentando. Ya durante 2005, el ejército estadounidense empezó a aumentar los ataques aéreos, de 86, en 2004, a 157 [43]. En Afganistán, el número de ataques CAS con lanzamiento de munición se elevó de 176, en 2005, a 1.770 en 2006 y a 2.926 en 2007. Elizabeth Rubin señaló «que era cosa de locos la cantidad de toneladas de metal que llovían sobre Afganistán: medio millón de kilos entre enero y septiembre de 2007, frente a un cuarto de millón de kilos en todo 2006» [45]. Los B1-B del ejército estadounidense reanudaron los bombardeos sobre el país el 6 de mayo de 2006 [46]. El general estadounidense Dan «bombardero» McNeil cumplió las expectativas plenamente [47]. El total arrojado durante 2005 fue de unos 30.000 kilos (o 27,2 toneladas métricas). Durante la primera mitad de 2008, se arrojaron más toneladas de bombas que en todo 2007 [48]. El aumento de los ataques de apoyo aéreo cercano acompañó en paralelo casi perfecto a la cifra de bombardeos sobre los caminos, que llegó hasta 1.931 en 2006 y a 2.615 en 2007 [49]. Ojo por ojo y diente por diente.

En efecto, las fuerzas de EEUU y la OTAN se están apoyando en el poder aéreo en vez de hacerlo en las fuerzas terrestres, y de esa manera están causando niveles muy altos de víctimas civiles, hecho que, a su vez, empuja a la población local a unirse a la resistencia [50]. Esto es especialmente importante en Afganistán, donde la cultura de la venganza acecha siempre a los estadounidenses allí presentes [51]. Los ataques aéreos de EEUU y la OTAN han convertido a los amigos en enemigos [52]. En una reunión celebrada en 2007 en el Instituto por la Paz de EEUU, se resaltó especialmente ese aspecto [53], que forma parte de una sabiduría antigua, según la cual los bombardeos aéreos no inducen a la rendición, sino todo lo contrario. No ha cambiado nada desde el bombardeo estadounidense de Takeo, Camboya, en 1972, que un aldeano describió de la siguiente forma:

    … a partir de mi experiencia durante el bombardeo contra Takeo en 1972. Los bombardeos se extendían cada vez más por ciudades y aldeas. La casa de mis padres resultó alcanzada por las bombas y tuvimos que trasladarnos al otro extremo del país. Supimos que casi todos los habitantes de la aldea que sobrevivieron a los bombardeos se habían unido después a las fuerzas de los Jemeres rojos [54].

El manual de contrainsurgencia FM 3-24 del ejército estadounidense admite que los bombardeos aéreos «pueden causar daños colaterales que vuelven a la gente contra el gobierno de la nación anfitriona y proveen de insurgentes con una importante victoria propagandística». El teniente coronel Andrew Brookes, del International Institute for Strategic Studies de Londres señalaba:

    Incluso una bomba de 200 kilos tiene una onda expansiva inmensa, por lo que es muy probable que mate a varios civiles; que mate a una mujer, a un niño, a una madre, a un tío, y la gente se indignará tanto que el círculo terrorista se activa una y otra vez [55].

Además, los bombardeos destruyen las casas, los huertos, el ganado, etc., todo lo cual potencia la ira de los bombardeados.

Tras el altísimo número de civiles asesinados por las fuerzas de EEUU y la OTAN durante 2007 –entre 1.010 y 1.297, como se recoge en la Tabla 1-, las reglas de actuación se hicieron mucho más estrictas al reconocer que las víctimas civiles socavaban los apoyos a la ocupación de EEUU y la OTAN [56]. Por otra parte, la aparición de bombas de mucha mayor precisión, como por ejemplo el uso de tecnología ROVER [57], ha animado a lanzar más bombas: es decir, el asesinato de civiles depende, en conjunto, de la compensación entre la mayor precisión de una bomba y la cantidad de bombas que se lanzan, es decir, depende de la elasticidad del riesgo de la tolerancia ante las bombas. Los civiles muertos no son errores. En mi dossier original, sostuve que la causa principal de los altos niveles de víctimas civiles afganas se debía a que EEUU bombardeaba zonas densamente pobladas [58]. Otro elemento de complicación es que las armas de ataque de precisión crean un mito de infalibilidad, cuando las armas son, como mucho, tan buenas como los datos de que se dispone sobre los blancos y la ausencia de influencias adversas [59]. Al parecer, este mito ha servido para eliminar de la conciencia general de la gente la idea de barbarie asociada a los bombardeos aéreos. Naturalmente, el conglomerado medios-industria-ejército ha ido creando un lenguaje de guerra completamente nuevo para lubricar esa transición: quirúrgico, colateral, precisión, etc. [60]. Algunos entusiastas incluso hablan de «un nuevo tipo de guerra» [61] con bombas más pequeñas [62], aunque para los civiles se mantiene la misma letalidad de las viejas guerras.

Tabla 1. Dimensiones de los bombardeos aéreos sobre Afganistán, 2006-mediados de 2008

2006
2007
2008

Cantidad de bombas lanzadas
~1.000^^
3.572***
1.853

Cantidad de ataques CAS con munición lanzada
1.770
2.926
2.368 (hasta el 4 de agosto)

Tonelaje lanzado (toneladas métricas)
261**^
567**^^
630++

Civiles muertos por acciones de EEUU y la OTAN
653-769
1,010-1,297
273-335*^

Bombas para matar a un civil
1,3-1,5
3,5-2,8
6,8-5,5

Civiles muertos/10.000 toneladas
25.019-29.464
17.777-22.840
4.317-5.302

Civiles muertos /10.000 toneladas según 67%*
16.763-19.741
11.911-15.303
2.892-3.552

Civiles muertos/10.000 toneladas según 50%**
12,508-14,732
8,889-11,420
2.159-2.651

* Asumiendo que el 67% de civiles murieron sólo por bombardeos aéreos (el resto, en ataques terrestres)

** Asumiendo que el 50% de civiles murieron sólo por bombardeos aéreos

*** En Iraq, durante 2007, se lanzaron 1,447 bombas. Otra fuente informó de que hasta el 15 de mayo de 2007, la cantidad de artefactos lanzados sobre Afganistán fue de 929 (http://www.military.com/NewsContent/0,13319,138201,00.html).

^Número de ataques de apoyo aéreo cercano en los que se lanzó munición.

^^ De Cloud (2006), op. Cit, aparecido a mediados de noviembre de 2006: la aviación de EEUU había lanzado 987 bombas y disparado más de 146.000 ráfagas en ataques terrestres. Durante todo el período de 2001 a 2004, se utilizaron un total de 848 bombas y más de 119.000 proyectiles, según los datos del ejército del aire de EEUU.

*^Mis cifras para 2008 están apoyadas por las informaciones del gobierno afgano, grupos de ayuda y derechos humanos que afirman que este año han muerto 300 civiles a causa de operaciones occidentales, la mayoría por utilizar fuerza aérea para evitar problemas a las fuerzas terrestres (de Mark John, “Analysis: Western Forces Hooked on Air Power in Afghan War,” Reuters (5 de julio de 2008):

http://www.alertnet.org/thenews/newsdesk/L05811864.htm

**^ Durante 2006, el ejército del aire de EEUU lanzó 575,500 libras de bombas (Benjamin, 2007, op. cit.), ó 261 toneladas métricas.

**^^ Durante 2007, las fuerzas de la coalición lanzaron alrededor de un millón de libras de bombas sobre Afganistán, lo que significa unas 454 toneladas métricas. Esta cifra está erróneamente atribuida para todo 2007, cuando sólo abarca de enero a septiembre. He ajustado a 1,25 millones de libras o 567 toneladas métricas. Benjamin (2007) dijo que sólo la fuerza aérea de EEUU lanzó 527.860 libras de bombas sobre Afganistán durante los primeros seis meses de 2007.

++ He deducido esta cifra de la siguiente manera: las bombas que más utiliza el ejército estadounidense son las JDAM de 500 y 200 libras, guiadas por GPS, y las de 500 libras, guiadas por láser. Asumiendo cada una, se llega hasta un tercio de todas las bombas lanzadas (un total de 1.853, según Rolfson, en 2008).

Se puede evaluar la letalidad de la guerra utilizando diferentes criterios. Por ejemplo, durante lo que llevamos de 2008, entre 628 y 729 civiles afganos han sido asesinados por las acciones de EEUU y la OTAN. En ese mismo período han muerto 120 soldados estadounidenses y 104 de la OTAN. Por cada soldado ocupante muerto, mueren tres civiles afganos a manos del ejército ocupante (en 2006, la cifra fue de 3-4) [63].

Una forma de medir la letalidad de los bombardeos aéreos es comparar las cifras de bombas arrojadas con las cifras de civiles asesinados. La tabla 2 indica que en términos de mortalidad de civiles, la primera guerra del Golfo fue la más baja, seguida por Kosovo, siendo las campañas iniciales de bombardeos sobre Afganistán las más mortíferas para los civiles a pesar de que se usaron más los sistemas de armamento de «precisión». En efecto, en 2001 bastaba con arrojar 4-5 bombas para asesinar a un civil afgano; durante la primera mitad de 2008, la cifra fue de 9-10 bombas, aunque en julio de 2008, moría un civil afgano por cada 5-6 bombas lanzadas (Tabla 3).

Tabla 2. Letalidad de los bombardeos aéreos en diferentes campañas medida por el número de bombas necesarias para matar a un civil

Campaña de bombardeos
(1) # bombas y misiles lanzados
(2) # civiles muertos
Bombas para matar a un civil, (1)/(2)=

Iraq 1991
250.000
2.278
110

Kosovo 1999
23.000
1.200
19

Afganistán 2001
12.000**
2.569-2.949
4,1-4,7

Afganistán, primera mitad de 2008
1.853
273-335*
5,5-6,8

*Si asumimos que las dos terceras partes del número de total de civiles muertos (273-335) durante este período murieron como consecuencia de ataques aéreos, las cifras serían 183-224. En la Tabla 6, el número de civiles actualmente asesinados por los ataques aéreos es de 178-192. 

**Cifra de Global Security para el período del 7 de octubre al 10 de diciembre de 2001, durante el que se informó de 12.000 bombas y misiles lanzados entre el 7 de octubre y el 10 de diciembre; en marzo de 2002, la cifra fue de 21.000 y a mediados de septiembre de 2002 fue de 24.000.

Cuando nos referimos a Afganistán desde el año 2006 hasta la actualidad (Tabla 3), se comprueba que murió un civil por cada cinco bombas lanzadas (aunque la cifra fue mucho más alta durante 2007, cuando la resistencia hizo que EEUU y la OTAN tuvieran que combatir en batalla abierta, y donde los aviones de guerra de EEUU y la OTAN lanzaron unas 3.500 bombas).

Tabla 3. Número de de bombas lanzadas para matar a un civil afgano, desde 2006 hasta la fecha

 
2006
2007
Primera mitad de 2008
Junio de 2008
Julio de 2008

# bombas lanzadas
1.000
3.572
1.853
646
515

# muertes civiles
653-769
1.008-1.295
273-335
49-69
134-157

50% muertes civiles
326-385
 
 
 
 

67% muertes civiles
 
675-868
182-224
33-46 real
90-105 real

Bombas/civiles
2,6-3,1
4,1-5,3
8,3-10,2
14-19,5
4,9-5,7

Nota: Con respecto a 2006, he asumido que el 50% de las bajas civiles se debieron a bombardeos y lanzamiento de misiles; durante los últimos períodos de tiempo, en los que la guerra aérea se ha intensificado, asumo asimismo que dos tercios de las muertes de civiles fueron consecuencia de las bombas y misiles lanzados desde el aire. Para 2008, esa relación de dos tercios representa una estimación a la baja.

Lo que resulta más sorprendente es que estos dos últimos años y medio de bombardeos en apoyo aéreo cercano han sido más mortíferos para los civiles afganos que la campaña de bombardeos tradicionales perpetrados entre el 7 de octubre de 2001 y el 10 de diciembre de 2001, cuando los aviones de combate estadounidenses arrojaron 14.000 toneladas de bombas (y 12.000 bombas y misiles), que causaron, según se estimó, entre 2.569 y 2.949 muertes de civiles. La cifra de civiles asesinados por 10.000 toneladas de bombas arrojadas fue de 1.835 a 2.106. Las cifras entre mediados de 2006 y 2008 son de 13.265 a 16.454 civiles asesinados por cada 10.000 toneladas de bombas arrojadas (derivado de la Tabla 1). En los últimos años se ha lanzado un menor tonelaje de bombas, pero lo que cayó del cielo fue terriblemente letal para los civiles afganos. De manera previsible, encontramos que el número de ataques CAS para las siguientes proporciones del total actual de muertes de civiles afganos durante 2008:

Entre enero y junio de 2008: 61%

Julio de 2008: 61%

Agosto de 2008: 89%

Del 1 al 19 de septiembre de 2008: 89% [65]

Como ya he señalado, la ratio para 2001 (de civiles asesinados por las 10.000 toneladas de bombas arrojadas) hizo que los bombardeos sobre Afganistán fueran tan mortíferos para los civiles inocentes como los bombardeos de Laos y Camboya, lo que los convirtió en los más letales de todas las campañas de bombardeos posteriores a la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que se ha incrementado sobremanera la precisión de las bombas aéreas [66].

Un incidente típico entre los cientos en que las acciones de bombardeo de los ejércitos de EEUU y de la OTAN provocaron muertes de civiles afganos, recogido en mi Memorial por las Víctimas Afganas, tuvo lugar en el pueblo de Jabar, provincia de Kapisa, el 6 de marzo de 2007. Los aviones de combate estadounidenses arrojaron alrededor de una tonelada de bombas y mataron a nueve civiles, entre ellos tres niños de edades comprendidas entre los seis meses y los cinco años. A continuación recojo cómo describió esas nueve muertes el Coronel Collins, portavoz de la OTAN:

    «No sabíamos quién había en ese edificio, pero vimos combatientes moviéndose por la zona que constituían blancos legítimos. Atacamos el edificio y, por desgracia, como todos sabemos, murieron civiles».

Sí, por desgracia, todos y cada uno de los nueve miembros de las cuatro generaciones de una única familia afgana murieron asesinados.

Figura 3. Mujeres de un pueblo afgano caminan entre los escombros de una de las casas bombardeadas en un ataque aéreo de la OTAN sobre el pueblo de Jabar, en el distrito de Nijrab de la provincia de Kapisa, situado al norte de Kabul, Afganistán, 5 de marzo de 2007. Un ataque aéreo de la OTAN destruyó una casa de barro y ladrillo asesinando a nueve miembros de las cuatro generaciones de una familia afgana durante un enfrentamiento entre tropas occidentales y combatientes afganos, según manifestaron ese día funcionarios afganos y allegados de las víctimas. (Fuente: foto de Musadeq Sadeq, A.P.)

Un par de meses después, Ramzy Baroud escribió en su artículo «Firepower Doesn’t Always Win Wars»:

    Alastair Leithead, de la BBC, informó el 31 de mayo: «Afghan’s Anger over US bombing», en el que simplemente detalla uno de los muchos incidentes de ese tipo en los que decenas de civiles inocentes son asesinados; esos informes son cada vez más raros ya que, sencillamente, no tienen interés periodístico; el interés de una historia de Afganistán se mide en si las fuerzas de la coalición sufrieron víctimas o no. Los recientes asesinatos en el pueblo de Shindand en el valle de Zerkoh, al oeste de Afganistán, fueron un hecho espantoso se mire por donde se mire. Según se informó, hubo 57 víctimas como consecuencia de los bombardeos estadounidenses; la mitad de los muertos eran mujeres y niños, según Leithead; el bombardeo también destruyó 100 casas, humildes moradas que no es probable que puedan reconstruirse pronto. «Los bombardeos duraron noche y día. No les importaba nada que hubiera mujeres, niños o ancianos», dijo uno de los supervivientes. Pero ¿quién iba a creer a Mohamad Zarif Achakzai, que escapó de su casa de barro con su familia bajo el inmisericorde bombardeo? El General de Brigada Joseph Votel se limitó a rechazar la información sobre las víctimas civiles. «No tenemos informes que nos confirmen si hubo heridos o muertos que no fueran combatientes en Shindand», dijo. Y eso fue todo, amigos [67].

Los más afortunados son quienes sólo resultan heridos por los bombardeos de apoyo aéreo cercano.

Figura 4. Agah Lalai, 25, herido durante la noche del 8 de mayo de 2007 en un ataque aéreo desencadenado por las Fuerzas Especiales estadounidenses sobre su pueblo, Gurmaw, al norte de Sangin, en el Valle del Rio Helmand, yace en un hospital en Kandahar envuelto en vendajes (Foto: Anthony Lloyd)

Anthony Lloyd, de The Times, informó desde Kandahar el 24 de mayo de 2007 sobre una reciente operación en la que Gurmaw resultó arrasado en la noche del 8 de mayo de 2007:

    El pueblo de Lalai, un asentamiento en el valle de Sarwan Qala, al norte de Sangin, por el que patrullan tropas británicas, fue bombardeado por aviones de combate en la noche del 8 de mayo, tras los enfrentamientos registrados entre talibanes y soldados extranjeros. Lalai, herido, se arrastró entre las ruinas de su casa y se encontró con que su abuelo, su abuela, su mujer, su padre, tres hermanos y cuatro hermanas habían perecido en el bombardeo. La víctima más joven tenía 8 años, la mayor 80. Sólo sobrevivieron su madre y dos de sus hijos, de 5 y 3 años. Ambos niños estaban heridos. Pero las fuerzas que habían eliminado a su familia no eran británicas, ni tampoco de ninguna otra unidad de la OTAN. Fueron las Fuerzas Especial Estadounidenses quienes perpetraron los ataques operando con sus propias reglas de actuación en una misión que el mando de la OTAN en Afganistán había delegado totalmente en ellas. Al menos 21 afganos murieron en el bombardeo de Gurmaw [68].

Carlotta Gall informó de que la cifra total de muertos, según los vecinos, había sido mucho más alta, de entre 56 y 80 muertos en tres hogares [69].

Cuando el 6 de julio de 2006, Lal Zareen, el padre del novio, llegó al escenario del terrorífico bombardeo perpetrado por EEUU sobre una comitiva de boda (la tradicional «wara» afgana, compuesta en su mayoría por mujeres y niños) cerca del pueblo de Khetai, se encontró con este paisaje:

    Vi trozos de cuerpos esparcidos por doquier. Ni siquiera se podía distinguir qué parte era cada una. Sólo había jirones de carne por todas partes [70].

Cincuenta y dos miembros de la doble fiesta de boda habían muerto, incluyendo a los novios, ambos de 18 años [71].

47 civiles murieron asesinados cuando las fuerzas de la coalición lideradas por EEUU bombardearon una comitiva de boda al este de la provincia de Nangarhar el 6 de julio de 2008. Ver vídeo con entrevistas sobre el suceso realizadas por Alastair Leithead en:  http://news.bbc.co.uk/2/hi/south_asia/7504574.stm

¿Y cuál fue la reacción del ejército estadounidense ante esas víctimas civiles afganas? ¿Y la de las Naciones Unidas? ¿Y la de Associated Press? ¿Y la de Human Rights Watch? ¿Y la de los supuestos intelectuales de la defensa como William M. Arkin? Cuando Naciones Unidas anunció a finales de junio de 2008 que el número de civiles asesinados en los combates durante la primera mitad de 2008 había aumentado hasta 698, 255 asesinados por tropas afganas o extranjeras y 422 por «militantes» (además de otras 21 muertes por causas sin determinar), el portavoz del ejército estadounidense en Kabul afirmó que «esas cifras son mucho más elevadas de las que nosotros reconoceríamos» [72]. Las respuestas de EEUU y la OTAN contienen, en primer lugar, una negativa y después tratan de quitarse la culpa y responsabilidad de encima echando mano del argumento de los escudos humanos. Últimamente, el ejército estadounidense se ha venido quejando de la maestría de los talibanes para manipular los medios [73]. Sostienen que la resistencia afgana se dedica a fabricar historias sobre bombardeos estadounidenses y de la OTAN que periodistas inocentes o simpatizantes se prestan a alimentar después. Posteriormente esas historias van abriendo brechas entre las fuerzas extranjeras y el régimen afgano, originando «más investigaciones y restricciones operativas». Como ya he escrito antes, es el ejército estadounidense el que ha desarrollado un programa para manipular a los crédulos medios de comunicación occidentales y al público [74]. La cuestión no es tanto la sofisticación de los talibanes en relación con los medios, como las vergonzosas mentiras de los portavoces del Pentágono y de la OTAN. Además, suponer que los medios afganos independientes y/o las agencias de noticias van a publicar automáticamente el relato de los talibanes, es un insulto. La información que ofrece la agencia independiente Pajhwok Afghan News está muy valorada a amplios niveles. Zubair Babakarkhail, de la Pajhwok Afghan News, ha declarado que no cree que la información que proporciona el ejército sea más creíble. «Los talibanes hacen proclamas y el otro bando también las hace. No creo a ninguno de los dos» [75].

En 2007, una página de Internet favorable al ejército, Strategy Page, afirmó que las 1.700 bombas arrojadas por la Fuerza Aérea de EEUU durante 2006 habían asesinado a «unos 3.000 combatientes talibanes» y que, debido que eran misiles y bombas inteligentes, habían perecido menos de cien civiles afganos [76]. En realidad, entre 303 y 360 civiles perecieron en 2006 a manos de EEUU y la OTAN (Tabla 1).

Ni las Naciones Unidas ni Associated Press (AP) han presentado nunca datos desglosados. Nos piden que creamos las cifras totales con base en la fe. Esos análisis violan un principio básico de cualquier investigación seria, que es el de poder reproducir los resultados de la investigación. Las cifras de las Naciones Unidas y de AP no pueden y no deben tomarse en serio. La investigación que yo realicé, disponible en la página de Internet del Memorial de las Víctimas Afganas, indica que durante los ocho primeros meses de 2008, las acciones de EEUU y la OTAN mataron de 573 a 674 civiles afganos.

La respuesta del intelectual y asesor de la defensa en la Fuerza Aérea estadounidense, William M. Arkin, es todavía menos satisfactoria [77]. Arkin y su cohorte tuvieron el descaro de afirmar que las víctimas civiles de los tres primeros meses de bombardeos estadounidenses sobre Afganistán fueron en total entre 100 y 350 [78]. El 21 de octubre de 2001, William M. Arkin, colaborador frecuente en asuntos militares en los periódicos más importantes de EEUU y docente en una universidad del ejército estadounidense, volvió a asegurar al público de EEUU que la campaña de bombardeos sobre Afganistán generaría pocas víctimas civiles porque serían «tan cuestionadas como cualquiera puede razonablemente esperar» [79]. Arkin continuaba:

    … los analistas estadounidenses evalúan la situación y el radio de explosión del arma a utilizar antes de aprobar un blanco. Es decir, evitar bajas civiles se ha convertido en algo institucionalizado hasta el punto de que se descartan objetivos importantes si hay una probabilidad alta de causar daños civiles. Y esto no es la administración Clinton.

Sobre el terreno, en las ciudades y campos de Afganistán, se demostró que el experto y buen profesor se equivocaba. Entre 35 y 55 afganos inocentes sucumbieron a las bombas y misiles estadounidenses aquel domingo. Las víctimas abarcaban cinco provincias en cinco ataques de bombardeos estadounidenses:

  • De 9 a 18 murieron en el bombardeo de la barriada Parod Gajaded de Khair Khana, en Kabul.

  • Una niña de siete años murió en el proyecto de viviendas Macroyan en Kabul.

  • Entre 21 y 32 civiles murieron en el bombardeo de una barriada en Tarin Kot, cuando trataban de escapar en un tractor de un ataque del que se informó ampliamente.

  • 3 muertos en la ciudad de Kandahar cuando un avión estadounidense eligió como objetivo seis tanques talibanes escondidos bajo un árbol pero no dio en el blanco, derribando árboles y matando a tres personas en una carretera cercana.

  • Sardar Mohammed, de 20 años, murió a causa de una fractura en el cráneo, en el pueblo de Shakar Dara, situado en el distrito de Kohesafie, a unos 40 kilómetros al norte de Kabul.

Arkin nos informa de que, a principios de 2007, durante algún tiempo fue profesor de Derechos Humanos y Seguridad Nacional en el Instituto Carr para los Derechos Humanos, en la Universidad de Harvard, estudiando si «existe alguna prueba de que el poder aéreo sea responsable de las muertes civiles o si es más letal que las operaciones en tierra». ¿Y qué fue lo que descubrió Arkin mientras investigaba en Harvard? Primero, que las muertes civiles son «colaterales» a una misión militar legítima, en la medida en que la mencionada unidad militar «toma todas las precauciones necesarias para evitar daños civiles y “no tiene intención” de matar civiles; las muertes son una parte desgraciada de la guerra, especialmente de esta guerra, porque el enemigo se esconde y se aprovecha del elemento civil». Recurre a la misma vieja intencionalidad y argumentos de los escudos humanos. En segundo lugar, Arkin añade que la supuesta visibilidad del poder aéreo con sus bombas arrojadas puede relatarse, y que de ahí resultan informes distintos sobre muertes civiles, llevando a muchos a concluir falsamente que el poder aéreo es más mortífero para los civiles que el combate terrestre. De hecho, Arkin lo interpreta exactamente al revés, como demostraré más adelante. Simon Jenkins indicó que las masacres cometidas por la infantería están sometidas al tribunal militar. Escribió: «Si los soldados entran en una casa por la puerta principal y matan a los civiles que hay en su interior, entonces son arrastrados ante la opinión mundial y condenados. Si una bomba arrojada entra en la misma casa a través del tejado y tiene el mismo efecto, se desechan las víctimas como daño colateral [80]. Al final, presumiblemente tras algunos meses en Harvard, Arkin concluyó «no tenemos suficientes datos fiables ni siquiera para medir el número de muertes civiles (a manos estadounidenses, además), y menos aún la parte que es responsabilidad del ejército estadounidense». Es decir, el profesor de Harvard desestima rotundamente las cifras y cálculos reunidos en Kabul por las Naciones Unidas, por Associated Press y por mí mismo.

Por su parte, Human Rights Watch (HRW) ocasionalmente publica cifras totales sobre los muertos civiles afganos. Por ejemplo, en un informe dedicado fundamentalmente a los costes humanos de los «ataques insurgentes», Mark Garlasco de HRW informó, de pasada, de que durante 2006, habían muerto 929 civiles afganos: 116 en los bombardeos aéreos, 114 por las fuerzas de tierra afganas y extranjeras y 699 a manos de los talibanes [81]. En una comunicación posterior, HRW reiteraba que durante 2006, los «insurgentes» habían asesinado a 699 civiles y a 300 soldados extranjeros [82]. Es decir, HRW admite que EEUU y las fuerzas afganas mataron entre 230 y 300 civiles. Las anotaciones sobre 2006 en la base de datos de mi Proyecto de Memorial por las Víctimas Afganas enumeran entre 653 y 769 civiles que perecieron a manos sólo de EEUU y la OTAN. Human Rights Watch ha establecido un record de complicidad en la guerra afgana de EEUU [84]. Con respecto a 2007, Garlasco afirmó que habían muerto 434 civiles afganos a manos de la OTAN o de EEUU [84], mientras que mis datos indican que la cifra es de 1.008 a 1.295. HRW continúa con su larga tradición de presentar un tercio de la verdad como la verdad absoluta, que data de la campaña de bombardeos de Kosovo donde Arkin, entonces a sueldo de HRW, proclamó que los bombardeos de la OTAN habían asesinado a unos 500 civiles mientras que otras fuentes independientes citaban cifras de 1.200 a 1.500 muertos [85]. HRW cree, aparentemente, que durante el presente año 2008, hasta el 1 de julio, los ataques aéreos han matado a 119 civiles (a los que se añadían otros 54 en combates terrestres), otra vez una tercera parte de la verdad. Garlasco afirma (aunque no proporciona datos diferenciados) que desde 2006 han muerto en las operaciones dirigidas por EEUU y la OTAN 837 civiles afganos inocentes (de ellos 556 a causa de los ataques aéreos estadounidenses), cuando mis datos (Tabla 3) documentan las cifras de 1.934 a 2.399. Además, HRW reproduce mecánicamente y a duras penas el viejo bulo, subrayando que «no existen pruebas que sugieran que la coalición o las fuerzas de la OTAN hayan dirigido intencionadamente ataques contra civiles». Al mismo tiempo que se estimaba que los ataques CAS estadounidenses perpetrados en Afganistán entre el 1 y el 18 de julio de 2008 habían asesinado entre 111 y 131 civiles, Marc Garlasco tenía la temeridad de anunciar que, «en sus objetivos intencionados, la fuerza aérea ha eliminado prácticamente las víctimas civiles en Afganistán», aunque admitiendo que en los objetivos inmediatos se respetaban menos las normas preventivas [87].

Associated Press ha publicado con bastante regularidad datos sumarios sobre las víctimas civiles afganas, aunque nunca revela cifras desglosadas que permitirían verificar los hechos. Simplemente tenemos que creerlos. Como he sostenido una y otra vez, para AP la verdad sobre las víctimas civiles sólo puede proceder de la lente estadounidense [88]. AP utiliza, esencialmente, las cifras que le proporcionan fuentes estadounidenses, de la OTAN y afganas, mostrando así un sesgo tan grave como si alguien sólo confiara en los datos de los talibanes. AP publicó cifras referidas a los diez primeros meses de 2007: los ejércitos de EEUU, la OTAN y Afganistán mataron a 337 civiles afganos mientras que los «militantes» mataron a 346. Esas cifras representan únicamente la tercera parte del recuento real referido a 2007 [89]. Curiosamente, otra vez se repite el esquema: en 2002, Laura King, de AP, anunció que la campaña estadounidense de bombardeos durante 2001 había provocado la muerte de unos 600 a 700 civiles afganos inocentes; mi informe indicaba que la cifra estaba más cerca de los 3.100 muertos [90] (revisada ahora a la baja, de 2.569 a 2.949) [91]. En 2006, el periodista de AP Jason Straziuoso, buen amigo y fiel taquígrafo de la versión del ejército estadounidense sobre los hechos, actualizaba el recuento de AP: «basándose en cifras proporcionadas por funcionarios afganos, por la coalición y algunos testigos, demuestra que por lo menos 180 civiles murieron durante las acciones militares de la coalición». ¡Sí, por lo menos 180! Los recuentos de mis bases de datos indican que desde el 11 de diciembre de 2001 al 31 de diciembre de 2005, los muertos civiles afganos a manos de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN fueron de 1.349 a 1.589. El 8 de agosto de 2008, Strasziuso proclamó que durante el mes de enero y hasta julio, según las cifras de AP, recopiladas de los oficiales afganos y de la coalición, 128 civiles afganos habían sido asesinados por las fuerzas de EEUU y la OTAN [92]. Afirma una cifra que es la mitad de la recogida por las Naciones Unidas. Karen De Young, del Washington Post, que cita las cifras de HRW sin plantearse ninguna crítica, indica que la cifra de asesinados sólo por ataques aéreos es de más de 200 para los primeros ocho meses de 2008 [93]. Mis datos para ese mismo período muestran la cifra de 444 a 475 víctimas.

Las Naciones Unidas publicaron cifras globales sobre los primeros seis meses de 2007 y 2008 (Tabla 4), así como para los ocho meses de 2008. Estas últimas cifras están muy próximas a las mías para los primeros ocho meses de 2008. Las cifras de as Naciones Unidas son:

  • Civiles muertos por fuerzas internacionales y afganas: 577 (2007: 477)

  • Civiles muertos en ataques aéreos: ~ 400 (2007: no hay datos)

  • Civiles muertos por los talibanes y asociados: ~ 800 (2007: 462)

  • Civiles muertos no tenidos en cuenta 68 [94] (2007:101)

Mis totales, reconstruidos a partir de los datos de la página de Internet del Proyecto del Memorial por las Víctimas Afganas, muestran para los ocho primeros meses de 2008 las cifras siguientes: asesinados por acciones de EEUU y la OTAN: de 573 a 674 (promedio en 624); sólo por ataques aéreos: entre 444 y 475 (promedio en 460) (Tabla 5). Las Naciones Unidas no decían cómo habían recogido sus observadores las estadísticas sobre las muertes de civiles, ni discutían sus fuentes de información ni su fiabilidad.

El cuadro número 4 que se incluye a continuación recoge las estadísticas globales disponibles de muertes de civiles afganos durante el periodo 2006-mediados de 2008 [95].

Cuadro 4: Víctimas civiles afganas (2006-mediados de 2008)

Fuente
2006
2007
Hasta mediados de 2008

Human Rights Watch
116 muertes debidas a ataques aéreos, 114, a combates terrestres y 699, a los talibanes
434 causadas por fuerzas de EEUU/ OTAN (321 debidas a ataques aéreos), 950, por los talibanes

Total: 1.633

119 debidas a ataques aéreos (hasta el 1-7-2008) 54 a otros ataques y 367 a los talibanes

Naciones Unidas
 
Primeros seis meses: 314 a manos de los aliados; 279 de los militantes.

Durante todo el año, las fuerzas EEUU/OTAN y afganas mataron a 477 civiles afganos

Primeros seis meses: 255 a manos de los aliados; 422, de los militantes; 21, no determinadas.

Total: 698; durante 8 meses, 577 muertos por fuerzas EEUU/OTAN y afganas.

Associated Press
 
Datos de 1 enero a 31 octubre: 337 a manos de los aliados; 346 de los militantes
Datos de 1 enero a 26 agosto: 337 a manos de EEUU/OTAN; 158 de los militantes; 11 en fuego cruzado

Karen de Young (del Washington Post)
116 muertes (debidas sólo a ataques aéreos)
321 muertes (debidas sólo a ataques aéreos)
200 muertes (debidas sólo a ataques aéreos) en los ocho primeros meses

Marc W. Herold’s Afghan Victim Memorial Project
653-769 muertes (debidas sólo a ataques EE UU/OTAN)
1.010-1.297 muertes (debidas sólo a ataques EEUU/OTAN)
411-496 muertes (debidas sólo a ataques EEUU/OTAN), del 1 de enero al 4 de agosto.

Otros informes
 
 
 

Oxfam (1/2008: 16) informó de 500 a 600 muertes a manos de fuerzas afganas y extranjeras. Reuters (1-6-2008) informó de la muerte de más de 520 civiles durante 2007 a manos únicamente de fuerzas extranjeras, según grupos afganos de defensa de los derechos humanos.

El Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos de las Naciones Unidas, afirmó que las fuerzas afganas y extranjeras habían matado al menos a 200 civiles durante los meses de enero a abril del presente año. A comienzos de agosto, el Órgano de Coordinación Institucional para el Socorro de Afganistán, también de las Naciones Unidas, informaba de la muerte de unos 1.000 civiles durante el presente año 2008, hasta la fecha (260 sólo en julio.)

A continuación presentamos gráficamente las diferentes cifras de bajas afganas que se incluyen en el Cuadro 4. Tres de los cálculos son comparables: los de Human Rights Watch (HRW), Associated Press (AP) y Herold. Los datos de las Naciones Unidas corresponden únicamente a la primera mitad de los años 2007 y 2008. Karen de Young incluye sólo a los civiles víctimas de bombardeos aéreos de las fuerzas de EEUU y la OTAN citados por HRW. Lo que destaca claramente es que HRW y AP hacen unas estimaciones burdamente bajas, probablemente fruto de una censura por omisión.

Graph of sources

El 8 de septiembre de 2008, Human Rights Watch publicó un informe sobre los ataques aéreos y las muertes de civiles en Afganistán [96]. En dicho informe se presentaban datos y se condenaba el coste en víctimas civiles en tanto que socavan «los esfuerzos internacionales para proporcionar seguridad básica al pueblo de Afganistán», a la vez que prevenía siniestramente de que estos mortíferos ataques aéreos constituían un incentivo de reclutamiento para los talibanes. Además, HRW destacaba correctamente que un número anormalmente alto de fallecimientos de civiles era el resultado de ataques aéreos solicitados por los 20.000 soldados estadounidenses de ocupación que operan independientemente de la OTAN y tienen unas normas de combate mucho menos restrictivas. En todo su informe, HRW dice, o da a entender, que los talibanes utilizan civiles como escudos humanos, lo que tiene consecuencias mortales. HRW afirma que sus cifras se basan en «datos militares, ingresos hospitalarios y testimonios sobre el terreno». Por su parte, The Economist destaca que las cifras aportadas por el ejército de EEUU indican que las víctimas civiles debidas a ataques aéreos subieron de 116 en 2006 a 321 en 2007, precisamente las cifras citadas por HRW [97]. Los informes militares, tanto estadounidenses como afganos, son poco fiables, como es público y notorio. En segundo lugar, los ingresos hospitalarios en gran parte son irrelevantes, ya que los afganos entierran a sus muertos poco después de su fallecimiento. Instamos a que HRW nos informe del ámbito de sus «testimonios sobre el terreno», para lo que podrían tomar el estudio de Benini y Moulton (2003) como modelo.

En el Cuadro 5, a continuación, se presenta el resumen de cifras de 2006 y hasta finales de julio de 2008. Lo que llama inmediatamente la atención es el porcentaje relativamente bajo de muertes de civiles debidas a ataques aéreos: 50% en 2006, 47% en 2007 y 69% en 2008. A modo de contraste, los datos que aporta el Afghan Victim Memorial Project (Herold) así como los comentarios de la mayoría de las fuentes durante este período de tiempo, indican una mayor proporción de civiles muertos por ataques aéreos de EEUU y la OTAN, es decir, entre un 60% y un 85%. Pero, lo que es todavía más importante, las cifras que presenta HRW sin ningún tipo de pruebas que las acrediten (en forma de datos incidente por incidente) son cifras absolutas muy bajas de civiles muertos por las fuerzas de ocupación de EEUU y la OTAN. Por ejemplo, las cifras de HRW de afganos muertos en ataques aéreos son sólo del 70% en 2006, 42% en 2007 y 27% en los primeros siete meses de 2008, de las cifras indicadas por Herold. En otras palabras, HRW sigue con su tradicional costumbre de registrar sólo una parte de la verdad como verdad total cuando se ocupa de muertos malos (es decir, muertos por acciones de las fuerzas de EEUU y la OTAN).

Cuadro 5: Víctimas civiles afganas (2006-2008) según informes de Human Rights Watch (HRW) y Herold:

Fuente

2006

2007

2008

HRW: total EEUU/OTAN

230

(683)

173 (7 meses)

HRW: ataques aéreos

116

321

119

HRW: ataques aéreos/total (%)

50%

47%

69%

Herold: total EEUU/OTAN

653-769

1.010-1.297

573-674 (8 meses)

Herold: promedio

711

1.154

624

Herold: ataques aéreos

326-385 (50%)

675-868 (67%)

444-475

Herold: promedio ataques aéreos

356

772

460

Herold: ataques aéreos/total (%)

50%

67%

74%

En este informe, Garlasco señala que durante el año pasado las muertes de civiles debidas a ataques aéreos casi se han triplicado. Esta cifra está dentro de la norma general (para los años 2006 y 2007) y se citó mucho, incluso por algunos críticos de las guerras de Bush. Sin embargo, la cifra enmascara el hecho de que los datos que aporta HRW sólo son una fracción del número total de bajas de civiles afganos. HRW tiene en cuenta únicamente el 50% de todos los afganos muertos, tal como se indica en el siguiente Cuadro 6.

Cuadro 6: Comparación de muertes documentadas de civiles afganos debidas a acciones de EEUU y la OTAN

Año
HRW, muertes totales
HRW, ataques aéreos
Herold, id totales
Herold, id ataques aéreos

2006
230
116
711
356

2007
683
321
1.154
772

2008 (7 meses)
173
119
448
304

Total
1.086
556
2.313
1.432

Nota: las cifras que aporta Herold son promedios de todos los totales registrados.

La medición de la letalidad de los bombardeos aéreos sobre la población es una tarea compleja. Es evidente que la intensidad del bombardeo debe relacionarse con el número de civiles muertos, en la medida en que las cifras absolutas, por sí mismas, son poco significativas. La medida que he decidido utilizar es el número de civiles muertos por cada 10 toneladas (ó 10.000 toneladas) de bombas arrojadas. Es evidente que los bombardeos en países con niveles radicalmente distintos de urbanización hacen las comparaciones brutas difíciles. Las cifras en toneladas incluyen las bombas arrojadas sobre objetivos estrictamente militares. Si se pudiesen calcular solamente las bombas arrojadas en los lugares donde murieron civiles, el ratio de civiles muertos por tonelada sería sustancialmente más alto. En 1999, Fred Kaplan señaló que la letalidad de los bombardeos sobre los civiles era más o menos equivalente a Vietnam y Yugoslavia, es decir, de un civil muerto por cada diez toneladas de bombas arrojadas [98]. Las cifras de Laos, Camboya y Afganistán (2001) eran sustancialmente más altas (más del doble, véase el Cuadro 7)

Cuadro 7. Civiles muertos por 100 toneladas métricas de bombas arrojadas

Campañas militares
Tonelaje total arrojado
Nº. de civiles muertos
Ratio civiles/100 t bombas

Rolling Thunder, Vietnam del Norte, 1964-1967
600.000
52.000
8,7

Linebacker II, Vietnam del Norte, 1972
15.287
1.318
8,6

Laos, 1965-1993
2.400.000
350.000-500.000
14,6-20,8

Cambodia, 1969-1973
2.756.941
275.000- 826.000
11,5-34,4

Guerra del Golfo, 1991
60.624
2.278
3,8

Yugoslavia, 1999
13.000
1.200
9,2

Afganistán (EEUU) 7 oct-10 dic 2001
14.000*
2.569-2.949
18,4-21,1

Guerra de Irak, 20 mar-5 abr 2003
6.350
940-1.112
14,8-17,5

Afganistán (EEUU), 2006

(al 50%)

261

261

653-769

326-385

250-295

125-148

Afganistán (EEUU), 2007

(al 67%)

567

567

1.010-1.297

678-869

178-229

119-153

Afganistán (EEUU), 2008 (primeros 6 meses)

(al 67%)

630

630

273-335

183-224

43-53

29-36

*Esta cifra corresponde al período de octubre de 2001 hasta febrero de 2002.

Los datos de Laos proceden de http://www.zmag.org/znet/viewArticle/17848. Los datos de Yugoslavia y de la operación Rolling Thunder son los entregados por Kaplan (1999); los de Camboya, por Ben Kiernan; las bajas de la guerra del Golfo son los aportados por las autoridades de defensa iraquíes.

Las cifras de civiles de Afganistán arriba citadas incluyen todas las muertes de civiles causadas por acciones de EEUU y la OTAN. Para poder establecer comparaciones, es preciso derivar las muertes causadas por ataques aéreos. Una estimación prudente sería la de que durante 2006 la mitad de las muertes fueron causada por ataques aéreos, y en 2007 y 2008 dos tercios.

Los ataques aéreos de apoyo aéreo cercano (CAS) a menudo incluyen una mezcla de víctimas civiles y militares. El Cuadro 7en su última columna, presenta las cifras derivadas correspondientes al número de civiles afganos muertos por cada 100 toneladas de bombas arrojadas. En cuanto a los ataques CAS de 2006 a 2008, he empleado las cifras del Cuadro 1, calculando por lo bajo que la mitad de las muertes de civiles registradas se debían a ataques aéreos. Estas cifras probablemente requieren un ligero ajuste a la baja, a fin de tomar en consideración que algunos civiles murieron por ametrallamientos y no por bombas. Si tenemos en cuenta que el recurso por parte de los militares estadounidenses a los ataques CAS aumentó considerablemente durante 2007 y 2008, concluyo que en 2006 la mitad de las muertes de civiles fueron causadas por bombardeos aéreos, pero que estas cifras aumentaron en 2007 y 2008 a un 67%. Tras estos ajustes, la letalidad de los ataques CAS sobre los civiles afganos medida por el ratio de civiles muertos por cada 100 toneladas de bombas arrojadas es:

* 2006: 125-148

* 2007: 119-153

* 2008: 29-36

En estos tres años, la letalidad de los bombardeos estadounidenses en Afganistán superó con mucho la que se registró en Vietnam, Laos, Camboya, Yugoslavia, Iraq (2003) y Afganistán (2001). La letalidad de los ataques CAS sobre civiles ha descendido significativamente durante los primeros seis meses de 2008, aunque sin duda ha vuelto a subir durante julio y agosto [99]. No obstante, la cifra correspondiente a 2008 sigue siendo del orden de magnitud de las cifras registradas en los terribles bombardeos de saturación de Camboya y de los aliados sobre Alemania durante la II Guerra Mundial [100].

Los datos desglosados de 2006 revelan que entre 653 y 769 civiles afganos murieron como resultado de las acciones de EEUU y la OTAN. El número de ataques fue de 80, lo que arroja un promedio de 8 a 10 personas muertas por cada ataque. Pero este promedio oculta una distribución bipolar: 49 ataques produjeron entre 1 y 5 víctimas civiles, mientras que 20 ataques mataron al menos a 11 civiles afganos.

Cuadro 8. La matriz de la muerte: civiles afganos muertos en acciones de guerra de EEUU y la OTAN, del 1 enero de 2008 al 1 de julio 2008

Datos demográficos totales (muertes)

Hombres: 54

Mujeres: 39-41

Niños: 55

Sin determinar:

124-184

Muertes totales por tipos de ataque EEUU/OTAN
Ataques aéreos: 178-192
Terrestres: 50-80
Aéreos y terrestres:

44-62

 

Número de ataques por tipo
Aéreos: 20
Terrestres: 22
Aéreos y terrestres: 2
 

Promedio de muertes por ataque
Aéreos: 9
Terrestres: 2-4
Aéreos y terrestres:

22-31

 

La matriz de la muerte para 2008 establecida en el Cuadro 8 anterior, indica que del número total de civiles afganos muertos (272-334), los ataques aéreos produjeron entre 178 y 192 víctimas, los ataques terrestres entre 50 y 80 y los ataques combinados entre 44 y 62. Los ataques aéreos fueron entre tres y cuatro veces más mortíferos que los ataques terrestres. Los ataques de EEUU y la OTAN matan muchos más niños y mujeres que hombres. Dos tercios de los 55 niños muertos identificados murieron en ataques aéreos o combinados. El porcentaje de muertos afganos debido a ataques aéreos es del 57 al 65%, en comparación con sólo el 18 al 24% debido a ataques terrestres. Por otra parte, ningún piloto de EEUU y la OTAN ha muerto, pero, en cambio, 123 soldados extranjeros de las fuerzas de ocupación murieron entre enero y junio de 2008. El recurso creciente a la utilización de aviones no tripulados que siembran muerte y destrucción en las regiones fronterizas es, en cierto sentido, la penúltima desvinculación entre matarlos a ellos y salvar a los nuestros.

El compromiso está muy claro: al utilizar los ataques aéreos CAS y los ataques con aviones no tripulados, las fuerzas de EEUU y la OTAN ahorran vidas de sus pilotos y soldados a cambio de matar a muchos civiles afganos inocentes. Los ataques aéreos son entre cuatro y diez veces más letales para los civiles afganos que los ataques terrestres. Las matrices de muerte (Cuadros nº 8 y 9) entre enero y agosto de 2008 no pueden ser más reveladoras de esta tendencia:

Cuadro 9. La matriz de la muerte: civiles afganos muertos en acciones de guerra de EEUU y la OTAN, julio y agosto de 2008

Datos demográficos totales (muertes) en julio

Hombres: 25

Mujeres: 20

Niños: 47

Sin determinar:

42-63

Total por tipos de ataque EEUU/OTAN
Ataques aéreos: 119
Terrestres: 12-15
Aéreos y terrestres:

2-20

 

Número de ataques por tipo
Aéreos: 9
Terrestres: 4
Aéreos y terrestres: 1
 

Promedio de muertes por ataque
Aéreos: 13
Terrestres: 3-4
Aéreos y terrestres:

2-20

 

 
 
 
 
 

Datos demográficos totales (muertes) en agosto

Hombres: 23

Mujeres: 23

Niños: 76

Sin determinar:

44-62

Total por tipos de ataque EEUU/OTAN
Ataques aéreos: 147-164
Terrestres: 15-16
Aéreos y terrestres: 4
 

Número de ataques por tipo
Aéreos: 8
Terrestres: 7
Aéreos y terrestres: 1
 

Promedio de muertes por ataque
Aéreos: 18-20
Terrestres: 2
Aéreos y terrestres: 4
 

Canadian forces

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.Foto 5. Fuerzas canadienses de ocupación derriban a patadas una puerta en la población de Pashmul, al sureste de Kandahar, en septiembre de 2006. (Foto: Richard Mills para The Times)

¿Cuánto vale para Estados Unidos la muerte de un afgano?

En los rarísimos casos en los que los militares estadounidenses reconocen que han muerto o resultado heridos civiles afganos por error, debido a una acción militar, ¿qué compensación monetaria –llamada condolencia por los militares, ya que no les gusta la palabra compensación– se paga? [101]. Más que una estimación a priori de cuál sería el valor monetario de una vida afgana, me centro en cambio en las compensaciones pagadas a posteriori por las muertes causadas [102]. Los afganos han reclamado compensaciones a Estados Unidos desde principios de 2002 [103]. Un caso particularmente lacerante sucedió en la noche negra del 24 de enero de 2002, a las 3 de la madrugada, tal como describe meticulosamente The Afghan Victim Memorial Project:

«En la pequeña población de Hazar Qadam, provincia de Uruzgan, Amanullah, de 25 años de edad, estaba durmiendo cuando un cohete estalló en la escuela islámica –instituto de enseñanza media Sharzam– y los soldados estadounidense irrumpieron en la escuela a sangre y fuego. Amanullah vio cómo su primo forcejeaba con los soldados ocupantes, pero temiendo por su vida, corrió a refugiarse en la mezquita del lugar. Cuando regresó, halló el cadáver de su primo, que tenía heridas de bala en el cuello, estómago y hombro.

Bari Gul describió también la muerte de su hermano Haji Sana. Bari Gul formaba parte de un grupo de 18 afganos que estaba negociando su desarme. Las fuerzas de ocupación estadounidenses lo golpearon y lo secuestraron junto a otros nueve civiles, manteniéndolos en la base de Kandahar en jaulas de madera y los apalearon durante dos semanas.

Allah Noor, de 40 años, agricultor, sufrió la fractura de dos costillas debido a las palizas. Las fuerzas especiales estadounidenses, enmascaradas, mataron a 14 hombres en un edificio y a otros dos en otro edificio que servía de oficinas administrativas del distrito. Más tarde, los aldeanos hallaron dos hombres muertos con las manos atadas a la espalda por medio de bandas de plástico con la leyenda Made in USA, muertos en lo que parecía una ejecución. El patio de la escuela era un amasijo de vehículos retorcidos y atravesados por la metralla y la fachada ofrecía a la vista los orificios de cientos de disparos. El suelo de una de las aulas estaba marcado con sangre con signos ortográficos. ¿Made in USA?

Bari Gul añadió: «Ninguno de nuestros compañeros disparó a los estadounidenses, porque estaban durmiendo». Un anciano de Uruzgan dijo a la revista Time (febrero de 2002) que «Estados Unidos debe ser castigado por lo que hizo en esta sala, en este lugar». En junio de 2003, uno de los participantes en este mortífero ataque estadounidense a la escuela, el sargento Anthony Pryor, del Quinto Grupo de Fuerzas Especiales, obtuvo la medalla de la Estrella de Plata y recibió como regalo un anillo de lapislázuli afgano.

Menos de diez días después del ataque, agentes de la CIA visitaron la aldea para pagar las condolencias. Bari Gul, hermano de un miembro de la comisión local de desarme asesinado por las Fuerzas Especiales de EEUU, recibió diez billetes de 100 dólares [104].

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Bari Gul with his ten $100 bills

Foto 6: Bari Gul muestra sus diez billetes de 100 dólares (foto: Qudratullah Ahmady para National Public Radio)

Cinco años y medio más tarde, los militares estadounidenses anunciaron que tenían la intención de pagar 90.000 dólares en compensaciones a las familias de, como mínimo, 16 víctimas de ataques aéreos sobre Tulokhan, al oeste de Kandahar, los días 21 y 22 de mayo de 2006. El ejército de EEUU admitió la muerte de 16 civiles, pero grupos de derechos civiles, como la Comisión independiente afgana para los derechos humanos (Afghanistan Independent Human Rights Commission – AIHRC) insistió en que la cifra era de 37 muertos. Sin embargo, el coronel Tom Collins añadió la reserva de que la compensación sólo se pagaría cuando mejorara la seguridad de la zona [105]. La noche del 17 al 18 de abril de 2006, los soldados estadounidenses dispararon e hirieron a tres mujeres y un recién nacido en la provincia de Khost cuando las mujeres se dirigían a sus hogares en un vehículo, después de que una de ella diera a luz en una clínica cercana. La familia de Gardez Khan recibió una compensación de 80.000 afganis (unos 1.600 dólares) [106].

El 4 de marzo de 2007, en la provincia de Nangarhar, un grupo de la infantería marina estadounidense recibió disparos e inmediatamente respondió con un tiroteo masivo que mató o hirió a docenas de afganos. Más tarde, el ejército de EEUU pidió perdón a los familiares y ofreció una suma de condolencia de 2.000 dólares a cada familia [107]. En julio de 2007, a los familiares de las 25 víctimas de un ataque aéreo de la OTAN perpetrado en junio de ese año sobre la población de Alam Khan, en el distrito de Gereshk de la provincia de Helmand, se les asignó una compensación de 2,2 millones de afganis (50.000 dólares), es decir, 2.000 dólares por cada familiar muerto [108]. Los habitantes exigieron el castigo de las tropas de la OTAN por la muerte de ciudadanos de a pie. El 27 de septiembre de 2007, un ataque aéreo estadounidense en Uruzgan mató a 49 personas. Las familias recibieron 100.000 afganis (2.000 dólares) por cada familiar muerto y 50.000 afganis (1.000 dólares) por cada herido [109]. Por otra parte, la familia de un niño de 13 años, víctima de las armas de soldados estadounidenses en Kabul en marzo de 2006, recibió 4.000 dólares. En marzo de 2007, los militares estadounidenses ofrecieron 2.000 dólares de compensación a la familia de Alexander Ivanov, conductor de camión asesinado por disparos de las tropas estadounidenses a la entrada de la base aérea estadounidense de Manas en Kyrgyzstan [110].

Los pagos en concepto de condolencia a los iraquíes por parte de las fuerzas de ocupación estadounidenses van de 500 a 5.000 dólares, en función del grado en que la muerte de una persona de perfil más o menos alto pueda afectar a las relaciones entre EEUU e Iraq [111]. Un caso típico es el de Ali Kadem Hashem, que en 2003 vio morir entre las llamas a su esposa y sus tres hijos después de que un cohete estadounidense impactase en su casa. Casi un año más tarde, Hashem recibió 5.000 dólares en un fajo de billetes de 100 recién impresos (es decir, 1.250 dólares por víctima), además de un «lo siento» de un joven capitán [112]. O bien el caso de Said Abbas Ahmed, que recibió 6.000 dólares después de que un cohete estadounidense matase a su hermano, su hermana, su esposa y sus seis hijos. Recibió 1.000 dólares por cada miembro de la familia muerto. Abbas comentó «¿No valemos más que unos miles de dólares?» [113]. En 2007, un oficial declaró ante una comisión del Congreso de Estados Unidos, donde hizo la pasmosa afirmación de que las compensaciones deberían ser modestas, porque si no «podrían causar incidentes y habría gente que intentaría hacerse matar por nuestros chicos para garantizar financieramente el futuro de sus familias» [114].

Los militares estadounidenses pagan, como máximo, 2.500 dólares en concepto de condolencia (y no de compensación, concepto que implicaría haber realizado una acción reprobable) por cada muerte, y la mitad de esa suma en caso de heridas graves. Desde 2006, las fuerzas canadienses pagan a los afganos, por el mismo concepto, entre 1.100 y 9.000 dólares [115]. Las compensaciones de los británicos son, además de totalmente esporádicas, miserables: de las 1.289 reclamaciones presentadas por víctimas afganas, sólo se han aceptado 397, con un total pagado inferior a 150.000 libras en compensación a los civiles heridos graves o muertos en los intensos combates de Helmand [116]. Mirwais Ahmadzai, director de la citada Comisión independiente afgana para los derechos humanos (AIHRC), afirma que las compensaciones son demasiado bajas y señala que, con arreglo al derecho consuetudinario afgano, el precio de la sangre en caso de muerte es más de diez veces la cantidad ofrecida por Estados Unidos [117]. Según establece el código penal islámico vigente en Afganistán, una persona que mate por error a otra debería pagar una compensación islámica (Diyat) equivalente al precio de cuarenta camellos a la familia afectada, lo que equivale a 25.000 dólares [118].

El Global Commons Institute de Londres, informó en 1995 de que el valor en dinero de una vida en la Comunidad Europea o en Estados Unidos era de 1.500.000 dólares.

El Centre for the Social and Economic Research of the Global Environment (C-SERGE), del Reino Unido, ya ha publicado una valoración de las vidas. En un estudio reciente afirmaba que el valor en dinero de una «unidad estadística» (una vida) en la UE o en EEUU es de 1.500.000 dólares, pero en países pobres, como China, es sólo de 150.000 dólares. (La diferencia de las cifras procede de la capacidad de los pueblos para pagarse un seguro de vida). En un análisis global entre costes y beneficios, esto significa, por lo tanto, que estos economistas descartan una vida real china con diez veces más facilidad que una vida real de la UE o de EEUU [119].

Propongo que comparemos las compensaciones pagadas por los militares estadounidenses a los civiles afganos con otros ejemplos de compensación. El Cuadro número 10 que sigue a continuación describe una docena de casos similares.

Cuadro 10. Valor monetario de una vida, pagado en compensaciones basadas en la paridad del poder de compra (PPC)

Nacionalidad de la víctima
En dólares USA nominales
Ratio PPC-PIB/PIB en dólares EE UU
PPP en dólares USA

Estados Unidos (1888)*
1.850.000
1
1.850.000

Víctimas del World Trade Center (2002)
1.800.000
1
1.800.000

Italia (1998)
1.900.000
1,09
2.071.000

Japón (2001)
1.440.000
0,7
1.010.000

China (1999)
150.000
4,58
687.000

Corea del Sur (2002)
162.500
1,7
276.250

Irán (1998)
132.000
2,5-3,0
125.172

India (Bhopal, 1984)
3.200
5,01
16.032

Afganistán (ingresos a lo largo de toda la vida)
3.300-5.000
~4**
13.200-20.000

Afganistán (en relación con el personal militar estadounidense)
2.000
~4
8.000

Afganistán (Diyat)
25.000
~4
100.000

* Compensación media pagada a las 270 víctimas del desastre del vuelo 103 de PanAm en Lockerbie (Escocia) [Amanda Ripley, «WTC Victims: What’s A Life Worth», Time (6-2-2002)]. El valor de las víctimas de los ataques con aviones al World Trade Center es de Beverly Eckert, «My Silence Cannot Be Bought», USA Today (19-12-2003). En 1984, los tribunales de Estados Unidos concedieron una media de 500.000 dólares por cada persona muerta por negligencia. Las estimaciones más recientes utilizadas por la Agencia de protección del medio ambiente, de EEUU, han sido de 6,1 millones de dólares [Ver el excelente estudio de Frank Ackerman y Lisa Heinzerling, «The $ 6.1 Million Question» [Medford, MA: Global Development and Environment Institute Working Paper Nº. 01-06, Tufts University, abril de 2002], disponible en http://ase.tufts.edu/gdae). Para una bibliografía completa sobre la economía de los desastres y la valoración de la vida véase www.geo.umass.edu/courses/geo510/economics.htm. La cifra de Bhopal es de:

http://www.iced.org.au/files/iced/bhopal/injustice.html

** El ratio afgano de 4 se basa en los datos del PIB existentes y está próximo al de Pakistán, país con precios similares (ratio de Pakistán: 4,25). Las economías afgana y pakistaní han estado estrechamente vinculadas monetariamente.

*** El afgano medio gana en torno a 300 dólares al año y la esperanza de vida es ligeramente superior a los 40 años.

Los incidentes registrados ilustran la imprudencia que los propios Estados Unidos admiten. Incluyen, entre otros, la terrible fuga tóxica de Bhopal (India) en 1984; el derribo de un avión civil iraní A300 en 1988 por parte de un buque de guerra estadounidense, que provocó 290 víctimas [120]; el derribo en Italia de una cabina de transporte de esquiadores, cuyo cable de sustentación fue cortado por un avión de la infantería de marina estadounidense EA-6B en vuelo rasante, el 3 de febrero de 1988, y que produjo la muerte de 20 esquiadores de seis nacionalidades (en el plazo de un año y tras ser amenazado con un proceso internacional, EEUU acepto pagar ¾ partes de los 40 millones de dólares de compensación [121]; y por último el pago, en noviembre de 2002, de 13 millones de dólares por parte del gobierno de EEUU a las familias de los fallecidos a raíz del abordaje de un barco de pesca japonés por un submarino estadounidense. A las 11:45 de la noche del 7 de mayo de 1999 un bombardero estadounidense B-2 arrojó deliberadamente tres bombas inteligentes JDAM sobre la embajada de China en Belgrado [122]. Fallecieron tres jóvenes periodistas chinos y otras 23 personas de la embajada resultaron heridas. Cuatro meses más tarde, Estados Unidos aceptó pagar 4,5 millones de dólares a las familias de los fallecidos y heridos, lo que supone una cantidad de 150.000 dólares por víctima. El 22 de julio de 2002, en Corea del Sur, poco más de un mes después de que un vehículo acorazado estadounidense alcanzase y matase a dos adolescentes coreanos, los militares estadounidenses ofrecieron 162.500 dólares de compensación a cada una de las dos familias. [123]

Los datos de la Tabla 10 revelan que Occidente «valora» la vida en proporción directa al nivel de desarrollo material promedio de una nación. Afganistán se ubica al final, junto con las víctimas de Bhopal. Cuando se presenta en dólares PPP (Poder de paridad de compra) se revela una jerarquía obvia: Los europeos y estadounidenses valen más, seguidos por los asiáticos del este, mientras que los centroasiáticos y los asiáticos del sur aparecen en último lugar. Si un afgano fuera resarcido de acuerdo con la práctica tradicional del Diyat [indemnización], el importe se acercaría al pagado (en dólares PPP) por EEUU a la familia de una víctima del derribo del Airbus iraní. En su lugar, los militares de EEUU distribuyen un pago de condolencia de un quinceavo del importe ofrecido a la familia de una víctima iraní. Se gastaron aproximadamente 80.000 dólares en la rehabilitación de cada una de las nutrias de mar afectadas por el derrame de petróleo del Exxon Valdez [124] es decir, diez veces el importe de condolencia ofrecido por los militares de EEUU a la familia de un afgano muerto.

¡Soltad las bombas! Las bombas de EEUU y la OTAN matan casi diez veces más de civiles afganos con una tonelada de nuestras bombas de «precisión» que a los serbios que matamos en 1999 [125] Ellos (los afganos) sólo valen una décima parte de lo que vale una nutria de mar de Alaska o menos que cuarenta camellos. Gastamos diez dólares en los militares en Afganistán para aplicar nuestros objetivos geoestratégicos y 1 dólar para reconstruir la vida cotidiana de los afganos destruida por treinta años de guerra [126]. Para [la mayoría] de los estadounidenses, los afganos son verdaderamente versiones inferiores de la humanidad. A menos que olvidemos, ¿qué hizo EEUU por los afganos cuando consiguió su objetivo geoestratégico de derrotar a los soviéticos en 1989? ¡EEUU desapareció lo más rápido posible!

Conclusión: El Afganistán de Obama es un coto de caza surrealista

«La definición de demencia es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes» (Albert Einstein)

El candidato Obama, sus asesores de la era de Clinton y por desgracia muchos otros, no reconocen una red de restricciones persistentes, interconectadas, o de realidades existentes. Uno podría calificarlos de los «cinco no puedo»: EEUU y la OTAN no pueden enviar 400.000 tropas de combate a patrullar las ciudades, las aldeas y el campo de Afganistán [127] (lo que es una condición previa para la reconstrucción a fin de conquistar corazones y mentes) [128]; EEUU y la OTAN no pueden imponer un poderoso gobierno central en Afganistán [129]; EEUU y la OTAN no pueden neutralizar las muy efectivas armas de ínfimo coste preferidas por la resistencia afgana (artefactos explosivos improvisados (IED) y atacantes suicidas); EEUU y la OTAN no pueden sellar la frontera afgano/paquistaní (y por lo tanto no eliminarán el refugio vital tan necesario para un movimiento guerrillero); y finalmente, el gobierno paquistaní nunca ha sido capaz de dominar sus vastas regiones fronterizas tribales y no hay motivos para creer que eso vaya a cambiar. Los que prefieren no comprender esos «cinco no puedo» propugnan un cambio en el vacío. El actual impasse militar engendra una solución política y el abandono de cualquier fantasía de construir una nación [130].

El veneno percibido de una ocupación extranjera, la corrupción incontrolada, la profanación demasiado frecuente del Islam por los ocupantes, la simple demencia de que EEUU y la OTAN traten de extender el orden legal de un gobierno central a las regiones tribales pastunes [131], la cuenta de las muertes civiles que se dispara, han llevado la lucha afgana a convertirse en una guerra de liberación nacional. Además, la presencia de fuerzas extranjeras, está suministrando el cemento con el cual la red Al Qaeda de Osama bin Laden fortalece su apoyo en la región, según el veterano experto de las Naciones Unidas sobre Al Qaeda. [132] Anatol Lieven, del King’s College (Londres) describe adecuadamente la situación: Afganistán se está convirtiendo en una especie de coto de caza surrealista, en el que EEUU y la OTAN crían a los propios terroristas que luego persiguen. [133]

No importa que en Kabul hasta los extranjeros hablen de que se encuentran «dentro de un auténtico infierno» [134]. No importa que la veterana periodista Kathy Gannon señale que los afganos están asqueados de EEUU y de Karzai [135]. No importa que Karzai y las bombas de EEUU hayan transformado lo que otrora fueran talibanes retrógrados, que primordialmente abrazaban la Sharia, en un floreciente movimiento moderno de resistencia y liberación nacional [136]. No importa que el sentimiento anti EEUU esté aumentando vertiginosamente en Pakistán mientras tienen lugar los ataques estadounidenses. Obama y McCain proponen la muerte polvorienta sin fin en Afganistán [138].

N. de T.

[*]Sobre la historia de Anisa, ver: http://www.rawa.org/temp/runews/rawanews.php?id=676 

Notas:

[1] Enfatizado por Simon Jenkins, «Stop Killing the Taliban – They Offer the Best Hope of Beating Al-Qaeda», The Times, junio 2008, http://www.timesonline.co.uk/tol/comment/columnists/simon_jenkins/article4187504.ece

[2] «More of the Same Packaged as Change. Barack Obama and Afghanistan», Counterpunch, 6 de agosto de 2008: http://www.counterpunch.org/herold08062008.html

[3] Se pueden encontrar detalles sobre este sórdido individuo en «Gul Agha Gets His Province Back», New York Times Magazine, 6 de enero de 2002: http://www.petermaass.com/core.cfm?p=1&mag=74&magtype=1

[4] Esto lo señalo detalladamente en mi libro: Afganistan Como un Espacio Vacío. El Perfecto Estado Colonial del Siglo XXI (Madrid: Foca, ediciones y distribuciones generales S.L., 2007), 312 pp.

[5] Mencionado en Oxfam International, «Major Donors Failing in Afghanistan due to $10 bn Aid Shortfall», Oxfam.org, 20 de marzo de 2008: http://www.oxfam.org/en/news/2008/pr080325_donors_failing_afghanistan.

Ver también: John Hemming, «Afghan Aid ‘Ineffective or Inefficient’; Military Spending Dwarfs Development», Reuters, 20 de noviembre de 2007: http://www.alertnet.org/thenews/newsdesk/ISL28902.htm

[6] Como he argumentado desde hace tiempo, recientemente en «An ‘Empty’ Buffer», Frontline. India’s National Magazine 25, 13, 21 de junio-4 de julio de 2008, 62-64: http://www.hinduonnet.com/fline/fl2513/stories/20080704251306200.htm

[7] En el magistral libro de Jorg Friedrich, Der Brand, Munich: Propylaen Verlag, 2002, 592 pp.

[8] Como en: Choe Sang-Hun; «Korean War’s Lost Chapter: South Korea Says U.S. Killed Hundreds of Civilians», New York Times, 3 de agosto de 2008: http://www.nytimes.com/2008/08/03/world/asia/03korea.html?_r=1&partner=rssuserland&emc=rss&pagewanted=all&oref=slogin

[9] Ver Neil Munro y Carl M. Cannon, «Data Bomb», National Journal, 4 de enero de 2008: http://news.nationaljournal.com/articles/databomb/index.htm

[10] Paul Rogers, «Afghanistan: on the cliff-edge», OpenDemocracy, 28 de agosto de 2008: http://www.opendemocracy.net/article/afghanistan-the-edge-of-calamity

[11] Para un análisis, ver: Edward S. Herman, David Peterson y George Szamuely: «Human Rights Watch in Service to the War Party: Including a Review of ‘Weighing the Evidence: Lessons from the Slobodan Milosevic Trial», Human Rights Watch, diciembre 2006, ZNet, 25 de febrero e 2007: http://www.thirdworldtraveler.com/Herman%20/HRW_Yugoslavia.html.

Para una crítica más amplia de Human Rights Watch, ver también Michael Barker, «Hijacking Human Rights», ZSpace, 3 de agosto de 2007: http://www.zmag.org/znet/viewArticle/14804

[12] He entrado en detalles al respecto en «Truth about Afghan Civilian Casualties Comes Only through American Lenses for the U.S. Corporate Media [our modern-day Didymus]» en Peter Phillips and Project Censored [eds], Censored 2003: the Year’s Top 25 Stories [New York: Seven Seas Publishing, 2002]: 265-294. Algunos periodistas de la prensa dominante han logrado mantener su independencia, por ejemplo, Kathy Gannon de Associated Press, Carlotta Gall del New York Times, etc.

[13] Ibíd.

[14] Para conseguir fotos que perturban la narrativa dominante, hay que dirigirse a activistas por la paz o a fuentes centroasiáticas, ver por ejemplo: Maso Notarianni, «Burnt Children after a NATO bomb attack. Their disfigured faces are the real face of war» PeaceReporter.net, 31 de octubre de 2006: http://www.rawa.org/temp/runews/rawanews.php?id=18

[15] Según John Pilger, «Censorship by Omission», Phil Hammond y Edward S. Herman (editores): Degraded Capability. The Media and the Kosovo Crisis (London: Pluto Press, 2000): 132-140.

[16] Michael Griffin, «Picturing America’s ‘War on Terrorism’ in Afghanistan and Iraq. Photographic Motifs as News Frames» Journalism 5, 4 (2004): 381-402 y Barbie Zelizer, «Death in Wartime: Photographs and the ‘Other War’ in Afghanistan», The Harvard International Journal of Press/Politics 10, 3 (2005): 26-55. Por abierta que fuese la guerra de Vietnam para los periodistas fotográficos, tan cerradas son las guerras más recientes de EEUU. Discutido con más detalle en: Michael Kamber y Tim Arango, «Who Controls Images of Iraq War’s Carnage», New York Times, 2 de agosto de 2008: http://www.startribune.com/world/26196639.html?location_refer=World:highlightModules:4

[17] «US Military Jails ‘Black Holes’, say US Reporters for Afghan Reporter». Agence France Presse, Julio 2008: http://www.dailystar.com.lb/article.asp?edition_id=10&categ_id=2&article_id=94304

[18] Jim Rutenberg, «Fox Portrays a War of Good and Evil, and Many Applaus» New York Times, 3 de diciembre de 2001: http://query.nytimes.com/gst/fullpage.html?res=9C03E6D6113DF930A35751C1A9679C8B63

[19] Ver Glenn Greenwald, «The Government, the Media and Afghanistan» Salon.org, 11 de septiembre de 2008: http://www.commondreams.org/print/32265

[20] Ver «Dead Afghan Civilians: Disrobing the Non-Counters», Cursor.org, 20 de agosto de 2002: http://www.cursor.org/stories/noncounters.htm

[21] Nick Meo, «Britain Pays for a Surge of Spin Doctors in Kabul to Counter Taliban Propaganda» The Telegraph, 13 de septiembre de 2008: http://www.telegraph.co.uk/news/worldnews/asia/afghanistan/2827216/Britain-pays-for-surge-of-spin-doctors-in-Kabul-to-counter-Taliban-propaganda.html

[22] Michael Mandel, How America Gets Away with Murder: Illegal Wars, Collateral Damage and Crimes against Humanity, Ann Arbor: Pluto Press, 2004, 49

[23] Michael Walzer, Just and Unjust Wars: A Moral Argument with Historical Illustrations [London: Allen Lane, 1977], 156.

[24] John MacLachlen Gray, «The Terrible Downside of ‘Working the Dark Side’» The Globe & Mail, 31 de octubre de 2001, R3.

[25] La guerra entre Estados Unidos y España no se califica, ya que se libró en el país de afro-cubanos.

[26] Herold (2001), obra citada

[27] Argumentado en Nicholas J. Wheeler: «Dying for ‘Enduring Freedom’: Accepting Responsibility for Civilian Casualties in the War against Terror» International Relations 16, 2 (2002): 205-225 disponible en: http://ire.sagepub.com/cgi/content/abstract/16/2/205ç

[28] Ver Edward S. Herman: «’Tragic Errors’ in U.S. Military Policy. Targeting the Civilian Population» Z Magazine 15, 8, septiembre 2002: http://www.thirdworldtraveler.com/War_Peace/Tragic_Errors_Military.html

[29] Mark Benjamin, «When is an Accidental Civilian Death not an Accident?» Salon.com, 30 de julio de 2007: http://www.salon.com/news/feature/2007/07/30/collateral_damage/

[30] Dahr Jamail y Tom Engelhardt, «An Increasingly Aerial Occupation», Antiwar.com, 14 de diciembre de 2005: http://www.antiwar.com/engelhardt/?articleid=8255

[31] Patrick Coburn, «The US Strategy for Afghanistan Won’t Work» The Independent, 15 de septiembre de 2008: http://www.independent.co.uk/opinion/commentators/patrick-cockburn-the-us-strategy-for-afghanistan-wont-work-930874.html

[32] A propósito, el mismo mito se aplicó a Hezbolá en Líbano en julio de 2006. Como argumenta Normal Finkelstein: Alan Dershowitz ha afirmado repetidamente en numerosos artículos de opinión que Israel adopta típicamente «medidas extraordinarias para minimizar las víctimas civiles», mientras que las tácticas típicas de Hezbolá eran «vivir entre los civiles, ocultar los misiles en las casas de civiles, dispararlos contra objetivos civiles desde áreas densamente pobladas y luego utilizar a civiles como escudos humanos en los contraataques» Nunca se presenta ninguna evidencia para sostener esas afirmaciones de utilización de escudos humanos. Tampoco se hace ninguna mención de la utilización por parte de Israel de armas indiscriminadas, como bombas de racimo disparadas por la artillería o arrojadas desde los aviones (Ver Norman Finkelstein: «Descent into Moral Barbarism. Should Alan Dershowitz Target Himself for Assassination?» Counterpunch,12/13 de agosto de 2006: http://counterpunch.org/finkelstein08122006.html). Ver también Mitch Prothero: «The ‘Hiding Among Civilians’ Myth», Salon.org, 28 de julio de 2006 http://www.salon.com/news/feature/2006/07/28/hezbollah/

[33] Un excelente informe objetivo que establece este hecho, basado en entrevistas con talibanes en Kandahar, se puede leer en: Alex Thomson: «New Breed of Taliban Replaces Old Guard», The Telegraph, 17 de septiembre de 2008: http://www.telegraph.co.uk/news/worldnews/asia/afghanistan/2971811/New-breed-of-Taliban-replaces-old-guard.html

[34] Escrito por el liberal Peter Bergen de la New America Foundation, Peter Bergen y Katherine Tiedemann: «Does Killing Afghan Civilians Keep Us Safe? Western airstrikes target terrorists, but innocents are caught in the crossfire», Los Angeles Times, 12 de septiembre de 2008: http://www.latimes.com/news/opinion/sunday/commentary/la-oe-bergen12-2008sep12,0,7970275.story

[35] Robert Higgs, «So, the President May Kill Anybody He Pleases, Right?» LewRockwell.com, 15 de septiembre de 2008: http://www.lewrockwell.com/higgs/higgs88.html

[36] Ver «Some Matter More – When 47 Victims are Worth 43 Words», Media Lens, 22 de julio de 2008: http://www.medialens.org/alerts/08/080722_some_matter_more.php

[37] Incluyo en esta cuenta a los pastunes muertos en las áreas fronterizas de Pakistán por fuerzas de EEUU, por ejemplo en ataques aéreos o terrestres a través de la frontera.

[38] Jonathan Steele: «Forgotten Victims. The full human cost of US air strikes will never be known, but many more died than those killed directly by bombs» The Guardian (20 de mayo de 2002: http://www.rawa.org/civilian3.htm

[39] Choe Sang-Hun, op. cit. Los supervivientes estiman que murieron 100 surcoreanos o más.

[40] Aldo A. Benini y Lawrence H. Moulton, «Civilian Victims in an Asymmetrical Conflict. Operation Enduring Freedom, Afghanistan» Journal of Peace Research 41, 4 (2004): 403-422.

[41] Benini y Moulton, op. cit.: 411

[42] A mediados de 2007, Eliza Szabo había tratado de calcular la cantidad de víctimas civiles en Afganistán, pero descubrió que el asunto se ignoraba totalmente y que los datos eran escasos; ver: «Civilian Casualties in Afghanistan. Fatal Neglect», Counterpunch, 20 de julio de 2007: http://www.counterpunch.org/szabo07202007.html

[43] «Pentagon Boosts U.S. Air Strikes in Iraq, Afghanistan» Chinaview.cn, 17 de marzo de 2006.

[44] Anthony H. Cordesman, «US Airpower in Iraq (OIF) and Afghanistan (OEF): 2004-2007», Washington D.C.: Center for International and Strategic Studies, 13 de diciembre de 2007.

[45] Elizabeth Rubin, «A Bloody Stalemate in Afghanistan», International Herald Tribune, 25 de febrero de 2008.

[46] Bruce Rolfsen,«B-1Bs Join the Battle in Afghanistan», Air Force Times, 18 de mayo de 2006.

[47] Richard Neville, «Bomber McNeill, the Faceless Pol Pot of the Sky. Is This Man a Psychopath?», Counterpunch, 11 de julio de 2007: http://www.counterpunch.org/neville07112007.html

[48] Bruce Rolfson, «Afghanistan Hit by Record Number of Bombs», Air Force Times, 18 de julio de 2008.

[49] CAS figures from Leon T. Hadar, «Losing Afghanistan», CATO Institute, 29 de julio de 2008: http://www.cato.org/pub_display.php?pub_id=9569

[50] Peter Bergen y Katherine Tiedemann, «Losing Afghanistan, One Civilian at a Time», Washington Post, 19 de noviembre de 2007, y también Ira Chernus, «Civilian Casualties in Afghanistan: NO Coincidence», Global Research, 23 de septiembre de 2007: http://www.commondreams.org/archive/2007/07/02/2234/

[51] Señalado en Scott Baldauf, «Culture of Revenge Stalks U.S. in Afghanistan» Christian Science Monitor, 14 de enero de 2003: http://community.seattletimes.nwsource.com/archive/?date=20030114&slug=revenge14

[52] Ver, por ejemplo: Ezatullah Zawab y Hafizullah Gardesh: «’Just Flesh Everywhere’: Air Attacks Turn Friends into Enemies», The Keene Sentinel, 3 de agosto de 2008: http://sentinelsource.com/articles/2008/08/03/opinion/columnists/free/id_316838.txt

[53] Una importante organización partidaria del imperialismo humanitario que también lamentó la creciente sofisticación de los talibanes en la manipulación de los medios «suministrando cifras infladas de víctimas civiles inmediatamente después de ataques aéreos» (Detalles en: Alexander Thier y Azita Ranjbar, «Killing Friends, Making Enemies: The Impact and Avoidance of Civilian Casualties in Afghanistan», Washington D.C.: USIP Briefing, julio 2008: http://www.usip.org/events/2008/0229_afghanistan.html

[54] Taylor Owen y Ben Kiernan, «Bombs over Cambodia: New Light on the US Air War», Z Magazine, 12 de mayo de 2007: http://www.zmag.org/znet/viewArticle/15442

[55] Charles V. Pena, «Using air power kills Insurgents, but can create new ones» Copley News Service, 15 de enero de 2008: http://www.independent.org/newsroom/article.asp?id=2109

[56] Thom Shanker, «Rules Protecting Civilians Hamper Airstrikes in Afghanistan, Military Says» International Herald Tribune, 23 de julio de 2008: http://www.iht.com/articles/2008/07/23/asia/afghan.php

[57] La tecnología del «Receptor de Vídeo Realzado a Control Remoto» (ROVER) conecta un piloto con un controlador de vuelo en tierra que comunica con cada uno en tiempo real mediante la voz y la imagen. Esto ha reducido el tiempo para dirigir a un piloto hacia un objetivo, de 45 minutos anteriormente mediante la voz, a menos de un minuto. La llegada de los sistemas de guía por GPS ha reducido el margen de error de las bombas guiadas. Para más detalles ver: Michael Puttre: «Satellite-Guided Munitions» Scientific American (Febrero 2003): 66-73.

[58] Ver «A Dossier on Civilian Victims of United States Aerial Bombing of Afghanistan: A Comprehensive Accounting [revised]» Cursor.org, marzo 2002: http://www.cursor.org/stories/civilian_deaths.htm

[59] Hunter C. Keeter: «Precision Strike Weapon Advances Create Mythology of Infallibility» Navy League of the United States, 19 de julio de 2004: http://www.navyleague.org/sea_power/jul_04_19.php

[60] Estos temas son maravillosamente cubiertos por Tom Engelhardt en: «The Middle East and the Barbarism of War from the Air», Tom Dispatch, 28 de julio de 2006: http://www.commondreams.org/views06/0728-24.htm El ingreso del discurso militar en nuestro lenguaje general se explora en Stuart Thorne: The Language of War, Oxon and New York: Routledge, 2006.

[61] Colin McInnes, «A Different Kind of War? September 11 and the United States’ Afghan War», Review of International Studies 29, 2, abril 2003. 165-84.

[62] Frank Colucci, «Small Precision Bombs on Fast Track» National Defense Magazine, junio 2004: http://www.nationaldefensemagazine.org/issues/2004/Jul/Small_Precision.htm

[63] Más análisis en mi «Relative Lethality. Survival Odds for Civilians and Occupiers in Afghanistan and Iraq» Cursor.org, 6 de enero de 2006: http://www.cursor.org/stories/relativelethality.html

[64] En 2002, Scott Peterson señaló que «según un cálculo, la cantidad de civiles muertos por bomba lanzada puede haber sido cuatro veces más elevada en Afganistán que en Yugoslavia», ver su: «’Smarter’ Bombs Still hit Civilians», Christian Science Monitor, 22 de octubre de 2002: http://www.csmonitor.com/2002/1022/p01s01-wosc.htm

[65] Se trata de cálculos de punto derivados de datos en las tablas 6 y 7 y del Proyecto del Memorial de Víctimas Afganas.

[66] Como por ejemplo en mi «Urban Dimensions of the Punishment of Afghanistan by US Bombs» en Stephen Graham (ed), Cities, War, and Terrorism. Towards an Urban Geopolitics (Oxford: Blackwell Publishing, 2004): Tabla 17.2 en p. 316.

[67] Ramzy Baroud, «Losing Afghanistan: Firepower Doesn’t Always Win Wars», Counterbias, 9 de junio de 2007: http://www.bestcyrano.org/THOMASPAINE/?p=81

[68] Anthony Lloyd, «Afghans Blame NATO, the Invited Peacekeeper, for Civilian Deaths», The Times, 24 de mayo de 2007: http://www.timesonline.co.uk/tol/news/world/asia/article1832241.ece

[69] Carlotta Gall, «Afghans Say Civilian Toll in Strikes is Much Higher Than Reported», New York Times, 11 de mayo de 2007: http://www.nytimes.com/2007/05/11/world/asia/11afghan.html?_r=1&oref=slogin

[70] Ezatullah Zawab and Hafizullah Gardesh, «’Just Flesh Everywhere’: Air Attacks Turn Friends into Enemies» The Keene Sentinel, 3 de agosto de 2008: http://www.keenesentinel.com/articles/2008/08/03/opinion/columnists/free/id_316838.txt

[71] Del excelente informe con secuencias de vídeo de Alastair Leithead, «Afghan Survivors Tell of Wedding Bombing» BBC News, 13 de julio de 2008: http://news.bbc.co.uk/2/hi/south_asia/7504574.stm

[72] Stephen Graham, «UN Official: Afghan Civilian Deaths up 60 Percent» Associated Press, 29 de junio de 2008: http://news.yahoo.com/s/ap/20080629/ap_on_re_as/afghanistan

[73] Sean D. Naylor, «Insurgents in Afghanistan Have Mastered Media Manipulation» Armed Forces Journal, abril 2008.

[74] Ver mi ensayo: «Grab News Headlines, Isolate Bombed Area and Stonewall: U.S. Military’s Virtual Reality about Afghan Civilian Casualties. A Case Study of the U.S. Assault upon Hajiyan», (revisado) 28 de mayo de 2006 http://pubpages.unh.edu/~mwherold/Grab%20News%20Headlines%20essay%20%20May%202006.pdf

[75] Mencionado en Aunohita Mojumdar, «Taliban’s War of Words Undermines Afghanistan’s Nation-Building», Christian Science Monitor, 29 de julio 2008: http://www.csmonitor.com/2008/0730/p04s01-wosc.html

[76] Making Every Bomb Count in Afghanistan, «Strategypage.com, 15 de marzo de 2007: http://www.strategypage.com/htmw/htairfo/articles/20070315.aspx

[77] William M. Arkin, «Obama’s Facts and Afghanistan’s Casualties» Washington Post, 15 de agosto de 2007: http://blog.washingtonpost.com/earlywarning/2007/08/obama_on_civilian_casualties.html

[78] Beau Grosscup: The Politics and Ethics of Aerial Bombardment, Kuala Lumpur and London: SIRD and Zed Books, 2006, 151.

[79] William M. Arkin, «Civilian Casualties and the Air War» Washington Post, 21 de octubre de 2001. Una lista de las columnas de Arkin’s Dot.Mil se encuentra en: www.washingtonpost.com/wp-dyn/nation/columns/dotmail. Sobre la defensa de Arkin del ataque de las Fuerzas Especiales de EEUU contra Hazar Qadam, ver: Bill Berkowitz, «Bombs ‘r’ Us. Cluster-Bombing Afghanistan and the Critics of the ‘War on Terrorism’» WorkingForChange, 27 de febrero de 2002: http://www.workingforchange.com/article.cfm?ItemID=12795

[80] Simon Jenkins, «This Aerial Onslaught is War at its most Stupid» The Guardian, 7 de febrero de 2007: http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2007/feb/07/comment.politics

[81] Human Rights Watch, «The Human Cost: The Consequences of Insurgent Attacks in Afghanistan» (Washington D.C.: Human Rights Watch, April 2007), 2:

http://www.hrw.org/reports/2007/afghanistan0407/1a.htm El informe de HRW fue ampliamente comentado en los medios corporativos de EEUU, por ejemplo: Alisa Tang, «Report: Insurgents Killed 669 Afghans» Associated Press, 16 de marzo de 2007.

[82] Mencionado en Ron Synowitz, «Afghanistan: U.S., NATO Forces see Backlash over Civilian Casualties», Radio Free Europe Radio Liberty, 19 de junio de 2007: http://www.rferl.org/articleprintview/1077207.html

[83] Marc W. Herold y David Peterson, «La complicidad de Human Rights Watch en la Guerra de Afganistán» Rebelion.org, Madrid, 5 de abril de 2008: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=65576

[84] En David Wood, «Afghan Air War Grows in Intensity» Baltimore Sun, 28 de julio de 2008

[85] En mi «Is One-Third of the Truth, the Whole Truth? Counting by Human Rights Watch», Durham, N.H.: manuscript, Department of Economics, University of New Hampshire, 28 de julio de 2008: http://pubpages.unh.edu/~mwherold/HRW.doc

[86] Candace Rondeaux, «U.S. Airstrikes under Scrutiny in Afghanistan» The Seattle Times, 25 de julio de 2008. Esas cifras se repiten en Mark Townsend: «UK Denies Money to Wounded Afghans» The Observer, 10 de agosto de 2008: http://www.guardian.co.uk/world/2008/aug/10/afghanistan.humanrights

[87] Shanker, op. cit.

[88] Herold (2002), op. cit.

[89] Ver Herold, Marc W., «Newspeak of the AP Reporting on Afghanistan and its Silence about 1,000 Afghan Civilians Killed by the US/NATO so far in 2007» RAWA.org, 2 de diciembre de 2007: http://www.rawa.org/temp/runews/2007/12/02/newspeak-of-the-ap-reporting-on-afghanistan-and-its-silence-about-1-000-afghan-civilians-killed-by-the-us-nato-so-far-in-2007.html

[90] Ver mi «Dead Afghan Civilians: Disrobing the Non-Counters» Cursor.org, agosto 2002: http://www.cursor.org/stories/noncounters.htm

[91] Para una crítica, ver mi «Counting the Dead. Attempts to Hide the Number of Afghan Civilians Killed by US Bombs are an Affront to Justice» The Guardian, 8 de agosto de 2008: http://www.guardian.co.uk/world/2002/aug/08/afghanistan.comment. El 11 de febrero de 2002, Associated Press publicó su contra-estudio (tom ine), tranquilizando atrevidamente a un público cada vez más alarmado: «Hundreds lost, not thousands». Su cifra sorprendentemente baja de 500-600 fue calculada «examinando registros de hospitales, visitando sitios bombardeados y entrevistando a testigos presenciales y funcionarios» El informe estaba plagado de problemas metodológicos. La mayoría de las muertes afganas no se registran en los hospitales porque se entierra a la gente de inmediato; no se mencionaron detalles de los métodos de entrevista o qué incidentes de bombardeo fueron incluidos; numerosos ataques con bombas no se mencionaron; y se ha visto que los funcionarios afganos a menudo subestiman las víctimas civiles.

[92] Jason Strasziuso, «Death Toll Spike for U.S. Military, Civilians in Afghanistan», Kansas City Star, 8 de agosto de 2008: http://www.kansascity.com/news/world/story/738694.html

[93] Karen DeYoung, «Only a Two-Page ‘Note’ Governs U.S. Military Policy in Afghanistan» Washington Post, 28 de agosto de 2008, AO7: http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2008/08/27/AR2008082703628.html

[94] Muertos en fuego cruzado. Stephanie Nebehay, «Killings of Afghan Civilians Sharply Up, U.N. Says» Reuters, 16 de septiembre de 2008: http://www.alertnet.org/thenews/newsdesk/LG539811.htm. Los totales de los primeros siete meses fueron: 2007 @ 1,040 and 2008 @ 1,445.

[95] The Human Security Report Project (HSRP) at the School for International Studies, Simon Fraser University, suministra resúmenes útiles sobre las víctimas civiles afganas: http://www.afghanconflictmonitor.org/civilian.html

[96] «’Troops in Contact’ Air Strikes and Civilian Deaths in Afghanistan» (New York: Human Rights Watch, 8 de septiembre de 2008: http://hrw.org/reports/2008/afghanistan0908/

[97] «Mournful Wake» The Economist, 28 de agosto de 2008: http://www.economist.com/world/asia/displaystory.cfm?story_id=12009906

[98] Fred Kaplan, «Bombs Killing More Civilians Than Expected», Boston Globe, 30 de mayo de 1999, A33. La campaña de bombardeo de la OTAN es descrita por W.J. Fennick en: «Targeting and Proportionality during the NATO Bombing Campaign against Yugoslavia», European Journal of International Law 12, 3 (2001): 489-502. Fennick también emplea la medida de civiles muertos por tonelaje lanzado.

[99] La Fuerza Aérea de EEUU no ha publicado datos sobre las bombas lanzadas durante esos meses, pero las cifras totales de muertes civiles causadas por ataques aéreos ha aumentado vertiginosamente: 119 en julio y 147-164 en agosto.

[100] Estadounidenses y británicos lanzaron 1.996.036 toneladas de bombas sobre Alemania durante la Segunda Guerra Mundial matando una cantidad estimada en 600.000 alemanes, es decir, 30 civiles por cada 100 toneladas de bombas lanzadas. Durante los primeros cuatro meses de 1945, el bombardeo aliado de Alemania no tuvo precedentes: se lanzaron 180.000 toneladas de bombas, que mataron a 119.000 personas, dando una ratio de 66 víctimas por cada 100 toneladas lanzadas.

[101] Examiné este asunto hace años en: «The Value of a Dead Afghan: Revealed and Relative» Cursor.org, 21 de julio e 2002: http://www.cursor.org/stories/afghandead.htm

[102] El enfoque de los medios dominantes estima actualmente el valor de una «vida estadística»: la cantidad de dinero requerida para compensar a la gente por el riesgo adicional de muerte. Los investigadores señalan que la evaluación estadística no significa que el valor de la vida varíe según las naciones, sino más bien que varía la disposición de pagar por el aumento de la seguridad (o el menor riesgo de mortalidad). Un raro estudio comparando países realizado en 1991 utilizó una cifra de 700.000 a 1.500.000 dólares para el valor estadístico de la vida en países desarrollados, 300.000 dólares para los países de ingresos medios y 150.000 dólares para países de ingresos bajos, Samuel Fankhauser, «Global Warming Damage Costs: Some Monetary Estimates», London: Centre for Social and Economic Research on the Global Environment (CSERGE) documento de trabajo 92-29, 1992, 17-18). Para un excelente estudio de la literatura, ver: W. Kip Viscusi y Joseph E. Alday, «The Value of a Statistical Life: A Critical Review of Market Estimates Throughout the World» Journal of Risk and Uncertainty 27, 1, agosto 2003, 5-76.

[103] Carlotta Gall, «Shattered Afghan Families Demand U.S. Compensation» New York Times, 8 de abril de 2002, A11.

[104] Detalles en Peter Symonds, «Afghan Villagers Killed, Prisoners Beaten in US Military ‘Mistake’», Rense.com, 16 de febrero de 2002: www.rense.com/general20/milMistakeAL.htm

[105] «US Offers to Pay for Strike on Afghans», Al Jazeera.net, 16 de agosto de 2006.

[106] «Coalition Compensates Firing Victim’s Family», Afghan Islamic Press, 5 de noviembre de 2006.

[107] Jon Tracy, «Sometimes in War, You Can Put a Price on Life», New York Times, 16 de mayo de 2007: http://www.nytimes.com/2007/05/16/opinion/16tracy.html?_r=1&pagewanted=print&oref=slogin

[108] Mencionado en Pajhwok Afghan News, 5 de julio de 2007.

[109] Mencionado en Rory Callinan, «Afghanistan’s Mounting Civilian Toll», Time, 21 de noviembre de 2007.

[110] «Family of Kyrgyz Civilian Killed by U.S. Serviceman Offered Compensation» Associated Press, 12 de marzo de 2007.

[111] Lili Hamourtziadou, «The Price of Loss. How the West Values Civilian Lives in Iraq» Iraq Body Count, 12 de noviembre de 2007: http://www.iraqbodycount.org/analysis/beyond/the-price-of-loss/, y también en Bernd Debusmann, «The Price of an Iraqi Life – $500 to $8 million» Reuters, 17 de octubre de 2007: http://www.reuters.com/articlePrint?articleId=USL16267303

[112] Jeffrey Gettelman, «For Iraqis in Harm’s Way, $5,000 and ‘I’m Sorrry’» New York Times, 17 de marzo de 2004, 1.

[113] Ibíd.

[114] Debusmann (2007), op. cit

[115] Tom Blackwell, «Ottawa on the Hook for Harm to Afghans; Compensation for Accidental Deaths, Injuries» National Post, 23 de abril de 2008 http://www.nationalpost.com/news/world/uselection/timeline/story.html?id=466785

[116] Townsend (2008), op. cit.

[117] Conor Foley, «A Counterweight to a Failing State» The Guardian, 18 de julio de 2008.

[118] «Afghan Civilian Death Compensation Scheme», Sanjar, 14 de octubre de 2007: http://sanjar.blogspot.com/2007/10/afghan-civilian-death-compensation.html.

El asunto de los homicidios en el Islam se examina en: Sayed Sikander Shah, «Homicide in Islam: Major Legal Themes», Arab Law Quarterly 14, 2 (1999): 159-168.

[119] Aubrey Meyer, «The Unequal Use of the Global Commons» (Nairobi: AGCI paper for the Intergovernmental Panel on Climate Change Working Group 3, July 18-23, 1995) http://www.earthscape.org/p1/mea03/

[120] El incidente se examina en el contexto histórico por Linda Greenhouse, «Washington Talk: International Relations; The Roots and Rudiments of Compensation to Foreigners» New York Times, 13 de julio de 1988: http://query.nytimes.com/gst/fullpage.html?res=940DE6DB1038F930A25754C0A96E948260

[121] Más detalles en W. Michael Reisman y Robert D. Sloane, «The Incident at Cavalese and Strategic Compensation», American Journal of International Law 94, 3, julio 2000, 505-515.

[122] Ver «Fairness & Accuracy in Reporting» [FAIR], «Action Alert: U.S. Media Overlook Expose on Chinese Embassy Bombing», 22 de octubre de 1999: www.fair.org/activism/embassy-bombing.html

For photos of this criminal attack, see http://www.warfacts.org.yu/massacres/ambasadaphotos.html

[123] «U.S. Offers Koreans Compensation» Newsday, 22 de julio de 2002.

[124] Sólo los costes de captura y rehabilitación de nutrias de mar fueron de 18,3 millones de dólares. Asumiendo que se salvaron 222 nutrias (el máximo posible), los costes excedieron de 80.000 dólares por animal, de James A. Estes, «Catastrophes and Conservation: Lessons from Sea Otters and the Exxon Valdez»” Otter Specialist Group vol. 7, febrero 1992, 1-43).

[125] La cifra yugoslava de víctimas por 100 toneladas de bombas lanzadas fue de 9,2, mientras que en Afganistán durante 2006-8 fue de entre 68 y 101.

[126] Como he argumentado en: «An ‘Empty’ Buffer», Frontline. India’s National Magazine 25, 13, 21 de junio-4 de julio de 2008, 62-64: http://www.hinduonnet.com/fline/fl2513/stories/20080704251306200.htm

[127] El comandante de las fuerzas de ocupación McNeill ha declarado que según la actual doctrina de contraterrorismo, se necesitarían 400.000 soldados para pacificar Afganistán a largo plazo, Ulrich Fichtner: «Why NATO Troops Can’t Deliver Peace in Afghanistan» Der Spiegel, 29 de mayo de 2008: http://www.spiegel.de/international/world/0,1518,druck-556304,00.html

[128] La organización madre ACBAR (Organismo Coordinador de Agencias para la Ayuda Afgana) informó de 463 ataques de insurgentes durante mayo y de 569 en junio de 2008. Diecinueve trabajadores de la ayuda han muerto este año. El resultado ha sido una gran reducción de los esfuerzos de ayuda y socorro «Record Afghan Unrest Hampering Aid NGOs», Agence France Presse, 1 de agosto de 2008: http://afp.google.com/article/ALeqM5h9LKPSwMVEzC25r7wQ4-XuOkz4sw

[129] Ver Johnson and Mason (2008), op. cit

[130] Como describió recientemente Gerard Chaliand, veterano geoestratega de las denominadas guerras asimétricas: «la victoria es imposible en Afganistán… Actualmente hay que tratar de negociar» porque los talibanes controlan gran parte del poder local en el sur y el este del país. Immanuel Wallerstein, «Afghanistan: Shoals Ahead for President Obama» Middle East Online, 1 de agosto de 2008. Ver también: Leon Hadar, op. cit.

[131] Johnson and Mason (2008), op.cit: 54

[132] Mark Townsend, «UK Campaign in Afghanistan ‘Aids al-Qaeda’», The Observer, 14 de septiembre de 2008: http://www.guardian.co.uk/world/2008/sep/14/alqaida.military/print

[133] Anatol Lieven, «The Dream of Afghan Democracy is Dead», The Financial Times, 11 de junio de 1008: http://www.ft.com/cms/s/0/f25de8f4-37b1-11dd-aabb-0000779fd2ac.html

[134] Aunohita Mojumdara, «Inside a Living Hell» The Hindu, 20 de julio de 2008: http://www.hindu.com/mag/2008/07/20/stories/2008072050020100.htm

[135] Kathy Gannon, «AP Impact: Afghans Fed Up with Government, US» Associated Press, 5 de septiembre de 2008: http://wiredispatch.com/news/?id=331772

[136] Constable argumenta que estos neo-talibanes operan como un gobierno paralelo; ver: Pamela Constable, «A Modernized Taliban Thrives in Afghanistan. Militia Operates a Parallel Government», Washington Post, 20 de septiembre de 2008, AO1.

[137] Owen Bennett-Jones, «Turning to the Taliban in Pakistan» BBC News, 20 de septiembre de 2008: http://news.bbc.co.uk/2/hi/programmes/from_our_own_correspondent/7623097.stm

[138] Las palabras son de Ian Bell: «A Letter to America: You Cannot be Serious», Sunday Herald, 14 de septiembre de 2008: http://www.commondreams.org/print/32355

Fuente: Afghan Civilians killed by U.S/NATO Actions since 2006, October 9th 2008.
Artículo original publicado el 6 de octubrfe de 2008

Traducido por  Sinfo Fernández, S.Seguí y Germán Leyens. Revisado por Caty R. Sinfo Fernández, S. Seguí y Germán Leyens son traductores de Rebelión. Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística.


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