Embargos y bloqueos como métodos de guerra

Un proyecto para siglos despiadados

“Escucho al mirlo. Una canción para los que murieron.

        Ahora todo queda por hacer. Para no perder de vista el objetivo que es terminar con el brutal bloqueo de Gaza. Eso sucederá.

        Más allá de ese objetivo, otros esperan. La demolición de un sistema de apartheid toma tiempo. Pero no una eternidad.”

        (Henning Mankell, superviviente del Mavi Mármara, anotación en su diario, 2 de junio de 2010.)

En 1990, en una de las líneas más escalofriantes escritas en la historia reciente, Gary Clyde Hufbauer y otros escribieron, sobre los embargos, en un documento consultivo para el Gobierno de George H.W. Bush: “: … Presentamos nuestra preselección de ‘qué hacer y qué evitar’ para los arquitectos de una política de sanciones con el propósito de cambiar las políticas del país en cuestión… (3) Concentráos en los débiles y desvalidos… (5) Imponed el máximo coste a su objetivo…” (1) En el Día de Hiroshima de 1990, el mayor embargo jamás impuesto por la ONU se aplicó conra Iraq.

Esta arma silenciosa y exhaustiva de destrucción masiva ese utiliza cada vez más como método de guerra, a menudo por una indolente ONU, presionada por EE.UU., o por cuenta de los amigos que le quedan. Los hombres, mujeres y niños víctimas de esa única e incomparable privación, que niega o debilita todas las normas de la vida, son por lo tanto el objetivo de unas Naciones Unidas establecidas para:

“…reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas, 

“promover el progreso social y elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad,… emplear un mecanismo internacional para promover el progreso económico y social de todos los pueblos…”

Como señaló Hufbauer: ciento setenta casos de sanciones económicas se han impuesto desde la Primera Guerra Mundial. Cincuenta de dichos casos se introdujeron en los años noventa.

Ya que el poder siempre tiene la razón, sólo se exige que los países objetivos respeten escrupulosamente la legalidad internacional. En realidad, lo que se les exige es una serie confusa de objetivos en movimiento. Se cumple una demanda e inmediatamente después aparece otra no mencionada anteriormente. Los poderosos delincuentes, sin embargo, se llevan por delante todo lo que se interponga en su camino.

El Protocolo I, Artículo 54, de la Convención de Ginebra, es inequívoco en cuanto a la ilegitimidad de utilizar el acceso a recursos vitales como método de combate:

“Se prohíbe utilizar el hambre como método de guerra.

Se prohíbe atacar, destruir, sustraer o inutilizar los bienes indispensables para la supervivencia de la población civil, tales como los artículos alimentarios y las zonas agrícolas que los producen, las cosechas, el ganado, las instalaciones y reservas de agua potable y las obras de riego, con la intención deliberada de privar de estos bienes, por su valor como medios para asegurar la subsistencia, a la población civil o a la parte adversa, sea cual sea el motivo, ya sea para hacer sufrir hambre a las personas civiles, para provocar su desplazamiento, o con cualquier otro propósito”. 

Los iraquíes, mientras sufrían los implacables años del embargo, culpaban a Israel. “Israel está detrás de esto…” era el refrán repetido. Como a Israel se le culpa de casi todos los infortunios de Oriente Próximo, era una afirmación que yo, como otros corresponsales y visitantes, descartábamos repetidamente, como una conspiración que iba demasiado lejos, que podía enfrentarse con una mirada desdeñosa, que se traducía como “Eso es estúpido y eso es realmente estúpido”.

Menos de cuatro años después de la imposición del embargo a Iraq, en Kuala Lumpur, en mayo de 1994, la Conferencia de Malasia contra Sanciones Económicas a Iraq, publicó una Resolución que señalaba que “las sanciones económicas más severas jamás presenciadas en la historia (de la ONU)” se habían impuesto “contra Iraq”. (2) La Resolución seguía diciendo:

“…esas sanciones económicas asesinas contra Iraq ya se han cobrado por lo menos 400.000 vidas, muchas de ellas de niños y mujeres, mientras cientos de miles de personas más sufren desnutrición, enfermedades y hambre, causadas por instalaciones médicas inadecuadas y condiciones sanitarias en rápido deterioro.” Los “débiles y desvalidos” de Hufbauer estaban pagando el “coste máximo” a una tasa de más de 100.000 personas por año, en nombre de: “Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas”

La Conferencia de Kuala Lumpur también registró, que Iraq (como ahora Palestina) estaba “privado de materiales científicos, médicos, educacionales y culturales”. Además, a pesar “del cumplimiento por Iraq de todas las Resoluciones relevantes del Consejo de Seguridad (las sanciones continuaron) por la influencia de EE.UU. y su aliado Gran Bretaña…” y que el verdadero objetivo del embargo fue: “…controlar la inmensa riqueza petrolera de Iraq y de la región del Golfo (y lograr) una estructura del poder en la región que favorezca a EE.UU., Occidente e Israel…”

Exactamente dos años después, en mayo de 1996, Lesley Stahl preguntó a Madeleine Albright, entonces embajadora de EE.UU. ante las Naciones Unidas (en “60 Minutes”): “Hemos oído que más de medio millón de niños han muerto… más niños que los que murieron en Hiroshima… y dígame, ¿vale la pena el precio?”

Con palabras resueltas, despiadadas, Albright, ella misma abuela, respondió de manera inolvidable: “Pienso que se trata de una decisión muy difícil, pero pensamos que el precio vale la pena”.

Comparando el bloqueo impuesto por Israel a Gaza con el de Iraq, las similitudes son de una fuerza escalofriante. Iraq, que depende en un setenta por ciento de importaciones, desde fertilizantes a productos farmacéuticos, desde materiales de construcción a mantenimiento médico, fue bombardeado para devolverlo “a la era pre-industrial” en 1991. Se le denegaron todos los recursos, no sólo para la reconstrucción, sino también alimentos, bebidas gaseosas, papel, libros, periódicos, productos cosméticos, lapiceras, lápices, pizarrones, juguetes, instrumentos musicales, hojas de partitura, literatura comercial y profesional (incluyendo el New England Journal of Medicine y The Lancet), pelotas de ping-pong. Suministros que difícilmente se pueden considerar de “doble uso” para transformarlos en armas de destrucción masiva –o incluso para jugar a la guerra en el patio del colegio.

Las escuelas para niños ciegos y sordos se cerraron –artículos especiales para sus necesidades como libros en braille, audífonos y las baterías necesarias para ellos, también se vetaron.

Asimismo rechazaron los pedidos de ambulancias, bombardeadas en 1991, o inutilizadas por falta de repuestos. Cuando después de una década se permitió que unas pocas llegaran, se les negaron los medios de comunicación usualmente incorporados –por si acaso se desviaban para “uso militar”. Los más débiles y los más desvalidos, fueron ciertamente el objetivo, al máximo coste. Las palabras del señor Hufbauer se siguieron al pie de la letra –y más allá.

En Gaza, destruida en gran parte en diciembre-enero de 2008/2009 por los bombardeos israelíes, los bienes bloqueados por Israel (3) incluyen todos los materiales de construcción (cemento, hierro, madera, asfalto, yeso) té, café, salvia, cardamomo, comino, coriandro, jengibre, mermelada, halva, vinagre, nuez moscada, golosinas, chocolate, conservas de fruta, semillas y nueces, galletas y dulces, patatas fritas, gas para gaseosas, frutas secas, carne fresca, yeso, asfalto, madera para la construcción, cemento, hierro, glucosa, sal industrial, contenedores de plástico/vidrio/metal, margarina industrial, lonas para casuchas, tejidos para vestimenta, bombillas para alumbrar, zapatos, planchas, juguetes, lápices, colchones, frazadas, champú, acondicionador. Todos, en realidad, artículos que anteriormente se vetaron en Iraq.

Como en el caso de Iraq, también prohibieron los instrumentos musicales y las cuerdas para ellos. ¿Constituyen ahora Brahms y Beethoven, el sonido repetitivo o alegre del piano, del violín, la flauta, el laúd y su pariente musical de Oriente Próximo, el oud, un acto terrorista?

Como en el caso de Iraq, el agua sigue siendo un arma biológica mediante la falta de productos químicos purificadores y de repuestos. Escuelas, hospitales, plantas de tratamiento de agua, mezquitas y casas siguen en ruinas por falta de materiales de construcción.

La organización de derechos humanos israelí B’tselem señala en un Informe de 45 páginas publicado esta semana dice que: un 95% de las fábricas están cerradas y un 93% del agua está contaminada. El Artículo 54 de la Convención de Ginebra, como la Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño, está en la hoguera de la historia.

La mayor parte del ganado de Iraq murió en los bombardeos, y atacaron y destruyeron toda la producción comercial de pollos. La importación de ganado se prohibió. En Palestina, se niega la importación de: caballos, asnos, cabras, ganado, pollos –y calefacción para la producción de pollos-. Junto con sembradoras para vástagos. Cuando las lanchas patrulleras israelíes no disparan contra los pescadores, en todo caso se les niegan las redes y las cañas de pescar –como en Iraq-

En Iraq, los aviones estadounidenses y británicos, que patrullaban (ilegalmente) los “refugios” –un nombre absurdo inventado (por ellos)– del norte y del sur (1992-2003) lanzaban rutinariamente bengalas sobre trigo y cebada cosechados incinerando las preciosas cosechas. En Palestina, mujeres que cosechan trigo han sido atacadas por fuerzas israelíes usando munición de guerra mientras escribimos estas líneas. La destrucción de granjas palestinas, huertos de olivos y cítricos, campos comerciales de flores, huertos de vegetales y albaricoques, se repite constantemente.

David Halpin, médico especializado en ortopedia y cirugía, fundador de la organización benéfica británica Dove and Dolphin (www.doveanddolphin.org.uk) explica las condiciones en las que llegan los artículos del puerto de Ashdod (en Israel), cuando finalmente se entregan en Gaza. Un envío de Dove and Dolphin, llevado en barco a través de Chipre, incluía numerosas cajas de vestimentas donadas, cuidadosamente lavadas y planchadas por su esposa –y empaquetadas por ambos durante muchas semanas –catéteres, ordenadores, máquinas de coser y tejer, la base para la creación de unos pequeños negocios domésticos.

El envío estuvo en los muelles de Ashdod desde agosto hasta diciembre. Cuando finalmente lo entregaron los catéteres estaban estropeados y ninguno de los ordenadores y las máquinas de coser o de tejer estaban en condiciones de funcionar. Las docenas de cajas con ropa amorosamente lavada, doblada, habían sido abiertas por las autoridades israelíes usando corta cartones y habían desgarrado irreparablemente la mayoría de la ropa.

Finalmente entregaron las sillar de ruedas -sin las baterías para poder utilizarlas- Una maldad maquiavélica.  

Desde la masacre del 31 de mayo en el Mavi Mármara, Israel anunció la “flexibilización” del bloqueo de Gaza. Si el sufrimiento de Gaza no fuera una herida abierta en la cara de la humanidad, este intento patético de relaciones públicas internacionales sería cómico. El territorio, necesitado de cuidados intensivos, puede importar ahora productos de lujo como crema de afeitar, mermelada –y patatas fritas- Siguen bloqueando los materiales de construcción para iniciar la reparación de los daños del ataque del año pasado, ya que podrían ser utilizados “…para construir búnkeres”. Irónicamente, como señala David Halpin, se exige por ley a los palestinos que tienen permiso (otorgado por Israel) para vivir en Jerusalén que construyan un búnker en sus casas, a un coste de cerca de 20.000 dólares -una fortuna en la región-

La frase comodín de que los materiales de construcción “podrían utilizarse para propósitos militares”, también se ha tomado directamente del manual para el sitio de Iraq, así como: “El bloqueo israelí de Gaza, incluye una lista de bienes compleja y en permanente cambio…”

Podría decirse que el mundo experimenta un retroceso. Geoff Simons escribe que “el ejemplo antiguo (de bloqueo) más celebrado… fue el decreto de Mégara en la antigua Grecia, publicado por Pericles, en 432 a.de C., (como reacción) por el secuestro de tres mujeres aspasianas”.

Los megarianos “…negaron las necesidades vitales… fueron rechazados (y se declaró) que no estarán en nuestra tierra, en nuestro mercado, en el mar…” (4) Los hechos en disputa respecto a la supuesta captura, por Hamás, del soldado de las FDI [ejército israelí], casi dos milenios y medio después es una razón dada para castigar colectivamente al pueblo de Gaza.

Otra analogía de Simons relacionada con Iraq es un asedio inglés del Siglo XII en el que hasta que no se acabó el agua no se consiguió la capitulación, “… la interrupción de los suministros y la muerte por hambre de la guarnición…”, lo lograrán. En el caso de Iraq, como en Gaza, la “guarnición” es todo el país.

Vale la pena señalar dos comparaciones finales. En 1996, la población de Iraq había llegado a un nivel humanitario bajo mínimos. El acuerdo denominado “Petróleo por alimentos” de la ONU se había pactado un año antes, por lo tanto los organismos de ayuda se habían retirado, pero mientras continuaban los juegos de la ONU, no aparecían los dineros. Con las cuentas bancarias iraquíes congeladas en todo el mundo, regían las privaciones –en un país que tiene probablemente las mayores reservas de petróleo del mundo según la opinión de algunos expertos.

Las autoridades iraquíes autorizaron un vuelo con provisiones humanitarias ofrecidas por USAID. Al volver a EE.UU., los medios noticiosos aparecieron plagados de informes de que los “portadores de ayuda” habían descubierto que las historias sobre privaciones causadas por el embargo eran falsas, que Iraq estaba inundado de dinero y bienes y de una población gozosa que en gran parte celebraba en lugares nocturnos costosos hasta la madrugada.

Este mes Israel, bajo presión después del baño de sangre de la flotilla y ante una población mundial que cada vez controla más que los códigos de barras en los artículos que compra no incluyan el número “729”, el de Israel, presentaron a los medios del mundo “menús” de restaurantes de Gaza que hacían agua la boca, platos deliciosos que demostraban que el sitio de Gaza no existe. Mientras las mujeres siguen dando a luz en los puestos militares de control israelíes y se niega la normalidad, el promotor Shuki Weiss declaró de manera bufonesca que la suspensión de una serie de actos internacionales de presentaciones en Israel, en protesta por el trato que dan a Gaza, constituye: “terrorismo cultural”.

“Estoy colmado de pena y dolor a la luz del hecho de que nuestros repetidos intentos de presentar actos y festivales de calidad en Israel sufren cada vez más de lo que sólo puedo describir como una forma de terrorismo cultural que ataca a Israel…” escribió.

¿Han afectado psicológicamente las terribles convulsiones que vivió al país que tenía tantas esperanzas en un refugio propio? A veces las acciones más pequeñas dicen más que las casi incomprensibles.

Cuando el autor Henning Mankell, después de sobrevivir al Mavi Mármara, finalmente tomó un vuelo a casa, escribió:

“A bordo del avión, la azafata me da un par de calcetines. Porque los míos me los robó uno de los comandos que atacaron el barco en el que iba.

“El mito del soldado israelí bueno y extremadamente infalible está destrozado. Ahora podemos agregar: son ladrones comunes. Porque no soy el único al que le robaron su dinero, su tarjeta de crédito, ropa, aparato de MP3, laptop; lo mismo les sucedió a muchos otros en el mismo barco que yo, que fue atacado temprano por la mañana por soldados israelíes enmascarados, que en realidad no eran, por lo tanto, otra cosa que piratas mentirosos”. 

Gaza tiene gas natural, Iraq petróleo. Tal vez no sólo los calcetines y pertenencias personales sean objeto de “piratería”, sino que además, cuando se impongan más sanciones a otro Estado rico en petróleo, Irán, en la próxima semana, también los países serán víctimas de la piratería política.

Notas

1. Gary Clyde Hufbauer, Jeffrey J. Schott and Kimberly Ann Elliot, Economic Sanctions Reconsidered: History and Current Policy (Washington, D.C.: Institute for international Economics, 1990, p.114.) Citado en Geoff Simons : “The Scourging of Iraq”, MacMillan, actualizado en 1998.

2. Citas referenciadas en la invaluable fuente de Geoff Simons, mencionada anteriormente.

3. http://www.gisha.org/UserFiles/File/publications/Products060610_Eng.pdf 

4. Simons, ibíd.

5. http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=19680

© Copyright Felicity Arbuthnot, Global Research, 2010

Texto original en inglés : http://www.globalresearch.ca/PrintArticle.php?articleId=197

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Felicity Arbuthnot es periodista y activista. Ha visitado Iraq en numerosas ocasiones desde la Guerra del Golfo de 1991. Ha escrito y efectuado numerosas emisiones sobre Iraq; su trabajo ha sido nominado para varios premios. Fue también investigadora en la elaboración del documental “Paying the Price, Killing the Children of Iraq”, que ganó el premio John Pilger


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