La ira se expande dentro del mundo árabe : Entrevista con Michel Chossudovsky

Las manifestaciones en demanda de un cambio político en Bahrein, Libia, Argelia y Yemen fueron ayer duramente reprimidas

CIUDAD DE MÉXICO, 20 de febrero.- Como dijo Gabriel García Márquez, procuran verse al espejo lo menos posible para no encontrarse con sus propios ojos. Pasan sus últimos días temerosos de su propia sombra, cercados por el odio; les llaman dictadores.

Algunos están aislados de la comunidad internacional como Kim Jong-Il, de Corea del Norte que no escucha a nadie y envía a prisión a quienes no lo adoran como su Amado Líder, otros son tolerados por las grandes potencias a cambio de explotar sus recursos naturales o su estratégica posición militar.

Pero muchos más se endeudan a nombre de sus conciudadanos y quedan a merced de los organismos acreedores multilaterales. Uno de ellos fue Hosni Mubarak, quien fue defenestrado por su pueblo el 11 de febrero, otro fue Ben Alí de Túnez, quien aceleró su caída en medio de una crisis alimentada por el alza de precios de los alimentos básicos que le impusieron el Fondo Monetario Internacional y Wall Street.

Michel Chossudovsky, el editor de Global Research.ca considerado como uno de los grandes expertos en globalización, comentó a Excélsior que fue testigo del sometimiento de Mubarak a sus acreedores, pues no tuvo ni voz ni voto en la aplicación de políticas totalmente opuestas a los intereses de sus conciudadanos.

“Yo estuve en Egipto, invitado por el ministro de Hacienda, cuando le impusieron el devastador programa de ajuste del Fondo Monetario Internacional, y la participación de Egipto en la Guerra del Golfo en 1991. Bueno, ni siquiera chistó”, dijo vía telefónica desde Kuala Lumpur, la capital de Malasia, donde es miembro de la Comisión de los Crímenes de Guerra en Irak.

Este economista de la Universidad de Ottawa explicó que las masivas medidas de austeridad, la desregulación de los precios de los alimentos y la fiebre privatizadora, empobrecieron a la población egipcia y desestabilizaron su economía.

Sin embargo, Mubarak era alabado entonces, dijo, como un “alumno modelo” del FMI.

Un esquema similar de imposiciones aceleró también la caída, a fines de enero, del también defenestrado Ben Alí de Túnez, el pasado 14 de enero, tras 24 años en la presidencia, pues aceptó el alza de precios en los alimentos básicos que le impusieron el FMI y Wall Street.

El acento ligeramente costeño al hablar español de Chossudovsky, autor de numerosos libros entre los que figura The Globalization of Poverty: Impacts of IMF and World Bank Reforms, resonaba desde la capital malasia horas antes de que Mubarak fuera sustituido por el líder del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, Mohamed Hussein Tantawi,  y por el controvertido general Omar Suleiman, en la vicepresidencia.

Lo que, en estricto sentido, es para Chossudovsky el remplazo del viejo dictador u “obedecedor”  de las grandes potencias, por uno nuevo en el estratégico enclave africano cuyo territorio se extiende hasta el continente asiático a través de su península del Sinaí.

“Egipto es prácticamente una colonia, su situación es mucho peor que la de América Latina donde históricamente las dictaduras han tenido ciertos márgenes de decisión. Otra dimensión del problema es que a lo largo del gobierno de Mubarak, fundaciones de EU que mantienen lazos con el Departamento de Estado y el Pentágono, se dedicaron a apoyar a grupos de oposición para que también sirvan a sus intereses”, dijo.

Chossudovsky señaló que poco antes de la caída de Mubarak, entró en acción un personaje que movió los hilos de la política egipcia tras el telón:

Se trata de un misterioso diplomático retirado, Frank G. Wisner II, enviado a toda prisa por la administración Obama a El Cairo, el 31 de enero, a negociar una solución a las protestas callejeras. Era el hijo de Frank Gardiner Wisner (1909-1965), uno de los más destacados agentes de inteligencia de EU, que en 1953 articuló la caída del gobierno de Mohammed Mossadegh en Irán.

“Ése es nuestro mensaje al movimiento de protesta. Echen de la silla (de gobierno) a las marionetas políticas pero no se olviden de quiénes son los verdaderos dictadores”, escribió Chossudovsky el 29 de enero desde Siria para Global Research.ca.

Tom Ferguson, académico de la Universidad de Massachusetts en Boston conocido por sus estudios sobre el dinero en las elecciones, dijo a Excélsior vía telefónica desde Boston, que cuando estallaron las protestas en Egipto, se realizaba en Munich, Alemania, la Conferencia de Seguridad de la OTAN, que reúne a los líderes de la Unión Europea, quienes allí mismo tomaron decisiones clave para el destino de ese país.

“Algunos expertos evaden el tema de la instalación/o apoyo de EU a abyectos dictadores criminales en todo el planeta, justificándolo como la bobalicona torpeza de unos chicos bien intencionados. Pero otros reconocen que esas políticas son elaboradas deliberadamente para apoyar los intereses –léase corporativos– de EU”, escribió Ferguson para Like the Dew, A Journal of Southern Culture and Politics.

Les llaman dictadores

Para el historiador William Engdahl, el mundo vive un proceso de sustitución o “Destrucción Creativa” de viejos tiranos en esa región, impulsado por “el G-8”, el grupo de ocho países más industrializados del planeta.

Una serie de revoluciones suaves que Engdahl enmarca dentro del llamado “Proyecto Mayor para Oriente Medio” de Washington. Sin embargo, Hosni Mubarak se erigió como  un acérrimo opositor a las políticas del presidente estadunidense, Barack Obama, hacia Irán y su programa nuclear, hacia Siria, hacia Líbano y hacia el pueblo palestino.

Engdahl escribió para Global Research.ca y lemetropolecafe.com, entre otros medios, que Túnez y Egipto estaban en la lista del proyecto de Oriente Medio para llevar democracia y reformas económicas “liberales de libre mercado” a países donde opera el National Endowment for Democracy, una ONG financiada por el Congreso estadunidense.

En la lista de ese proyecto también figuran Jordania, Kuwait, Libia, Siria, Yemen, Sudán e incluso Israel.

Pero en el hit parade de los Peores Dictadores del Mundo convergen tiranos avalados por las potencias industrializadas a cambio de la instalación de enclaves militares o de la explotación de riquezas naturales.

Son tiranos que terminan sus días temiendo hasta de su propia sombra, como los describió Platón en su Libro VIII de La República hace más de 2 mil 380 años, dijo a Excélsior Bill Caspary de la Universidad de Nueva York


Articles by: Carmen Álvarez

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